Esta soy yo, mi voz que fue silenciada de sílaba en sílaba, ocultando las vivencias que desgastaban a mi ser, esa fui yo intentando sobrellevar mi silencio.
Autora (aportación): Karol Vargas
Querida mujer que está dispuesta a cuestionar lo más mínimo, no calles, que mis brazos son fuertes, tan fuertes que no dejarán en ningún momento de sostenerte.
Y mi aliento, ese que no para de gritar por ti, por las demás, se desgastara intentando darte lo que buscas, lo que mereces y que con enojo estas cansada de pedir pues ni siquiera tendría que ser así.
Somos una sola cuando se trata de unir nuestro dolor porque a cada una nos mostraron cómo hacerlo; nos escondimos sosteniéndonos y ahora nos reunimos para gritar todo, pues nuestra historia ya nos dio mucho sufrimiento, y decidimos ser nuestros propios cimientos.
Te acompaño en mi trinchera, busco tu sentir en el reflejo que yace dentro de mi propio vivir. Me inspira e inspiró; somos nosotras contra todo, somos el grito de las que aún no están listas para gritar, y somos el punte para quienes buscan libertad.
Mi pañuelo por más cansado que sea sigue tomando mi mano, agitando con fuerza el soneto de lo que dijeron que no era correcto, siento tu grito en mi corazón, veo lo que escribes y me derrumbo por entenderlo, y cuánto más crece el sentimiento, más valiente me vuelves.
Y entonces te digo,
Sana tu mente, sana tu cuerpo, sánate tú mujer que intenta entender las tinieblas en las que se encuentra, ese espíritu curioso merece tranquilidad y confianza en sí misma.

Aquí encuentro tu verdad, muéstrame tu cansancio, carguemos cada uno de nuestros miedos y caminamos lo suficiente para hacerle saber al mundo que ya no somos una, somos todas, y sentirán el temblor de los monstruos que nos acechan. Sostendré tu mano y tú la mía, caerá la lagrima que cubrirá el suelo que pisamos, me recargo en ti y decido mostrar mis debilidades, esas que quería esconder pero tus gritos me mostraron que llorar por lo qué pasó no hace menos fuerte ni presencia.
Este día llego para convertirse en la conmemoración de la realidad de nuestro dolor. Mujer de ciencia, mujer de casa, mujer de trata de existir en un mundo que parece no aceptar su afición, déjame abrazar tu sentir, quédate sin voz intentando decir al mundo los limitantes que tu alrededor te pone, busca tu consuelo en mí, mereces ser escuchada, merecemos ser entendidas y nos cansamos de pedirlo como nos lo ordenan.
Mis brazos, que prometen jamás estar cerrados para ti, te esperan, levantan el pañuelo por todas y están listos para no parar, templando estarán, sosteniéndote, pues nuestro propio refugio somos cada una.
O niña que más que temerle a la oscuridad le asusta los hombres, pues su daño y poder no dejan de demostrar, no temas más que somos todas contra ello, y mi bandera morada te protegerá de todo aquello que te quiera apagar.
Crearemos un mundo donde nuestras hermanas ya no teman más por aquello que debería de ser seguro, sin embargo en las calles aprendemos a vivir con miedo pues estas parecen aún más largas y peligrosas.
Somos tan fuertes unidas alzando la voz que resuena en aquellos que deberían de protégenos del mal, yo te cuido, tú me cuidas y un día todo eso que te hicieron será menos doloroso porque mis brazos te esperan para sanar.
Mi voz se quiebra cuando trato de entender el mal de este mundo hacia ti mujer; pero esta misma voz sobresale de coraje y no es más que nuestro momento exigir que esto ya no debe pasar, que todo esto ya no más.