¡Que nuestra máxima siempre sea luchar contra la violencia machista y patriarcal! Este podría entenderse como el lugar en que confluyen todos los feminismos, sin embargo, la tensión aparece cuando disentimos en los medios que tomamos para la lucha; cuando disentimos porque estos medios también se vuelven patriarcales. Me refiero a las tensiones entre los feminismos antipunitivistas (desde donde yo me posiciono) y los punitivistas.

El pasado 20 de septiembre, y no siendo la primera vez en el discurso político, el gobernador de San Luis Potosí, Ricardo Gallardo Cardona, comunicó que enviaría una solicitud de reforma al Congreso del estado para exigir la pena de muerte para feminicidas y la castración para violadores como medida radical a la violencia, esto como consecuencia del feminicidio de Chuyita, una adolescente de 14 años del municipio de Villa de Aristas, quien había sido asesinada días antes (Animal político, 20 de septiembre de 2022).
Una medida de este tipo, superficialmente, parece ser un acto de justicia ante el clima de violencia que vivimos en México, especialmente la violencia de género que en su expresión más extrema cobra a diario la vida de decenas de mujeres como Chuyita.
Cada feminicidio y transfeminicidio es devastador y llena de rabia e impotencia a quienes estamos en la lucha, el dolor de las víctimas y familiares es insanable e irreversible y la justicia se vuelve una búsqueda sin fin, pero aprobar y motivar incuestionablemente medidas punitivas de este tipo resulta ingenuo (o posiblemente suspicaz), pues más que acercarnos a la verdad y la justicia, nos retorna a la violencia patriarcal que además hace de botin político a la politiquería que no resuelve nada, pero que tampoco desperdicia nada para legitimarse.
Atender la violencia y los delitos desde el punitivismo es insuficiente y simplista, pues terminaríamos por afirmar un régimen de género inscrito en la Razón punitiva del gobierno patriarcal, que no es sino una forma de gobierno que impone el orden a través de la criminalización institucional y encarcelamientos masivos que desde los 70´s se ha venido produciendo como parte de una reconfiguración social y económica del poder capitalista, también patriarcal (Cuello y Disalvo , 2018: 13 en Yesuron, 2021), pues el gobierno, y no exclusivamente el mexicano, parece alinearse a un orden político que burocrática y constitucionalmente administra las oportunidades de vida y también las formas de muerte, ya sea como pena de muerte o como crimen de estado, no borremos de nuestra memoria lo sucedido el 27 de septiembre de 2014, no olvidemos a esos 43 estudiantes desaparecidos y asesinados a través de la articulación de distintos órdenes y poderes de gobierno, ni tampoco olvidemos cómo hasta ahora se sigue obstaculizando la justicia.
El Estado ejecuta un castigo que la sociedad parece necesitar para “sanarse”, pero que termina en un espectáculo moral, donde un individuo hace de chivo expiatorio a un problema del Sistema hetero-cis-patriarcal, sin que este último sea siquiera perturbado.
El punitivismo es «subsidiario del paradigma positivista en tanto es posible identificar un uso del lenguaje tendiente a la criminalización y psicopatologización de los sujetos a partir de la construcción epistémica de identidades criminales naturalizadas» (Yesuron, 2021), es decir, el punitivismo esencializa las feminidades y las masculinidades a partir de constituciones biológicas, psicológicas o sociales y le asigna al género la tipología de víctima o victimario. En otras palabras, no podemos luchar contra el poder patriarcal desde el punitivismo, pues esto sería asumir que la violencia es inherente a la masculinidad y que la sumisión y la vulnerabilidad solo pueden ser dadas en torno a lo femenino, a lo feminizado no solo en las mujeres, sino también en las disidencias sexogenéricas.
Es fácil ver la maldad sólo en el otro ajeno, lavarnos las manos al patologizar el potencial de violencia que es inherente a todxs, entonces se vuelve necesario un estado constante de consciencia y sensibilidad que nos permita encontrar la raíz de la violencia y no volverla fantásticamente un monstruo que se encarna en los hombres, pue esto es des-subjetivante, es decir, reducimos al sujeto a una categoría definitoria de victimario, le despojamos de identidad y de responsabilidad subjetiva que le permita decidir no utilizar su potencial de violencia para lastimar a otrxs.
Entonces, ¿el punitivismo es patriarcal?
El punitivismo es patriarcal en tanto que ejerce fuerzas de poder desde el interior de las subjetividades y por tanto reproduce la violencia patriarcal en lxs sujetxs. Con esto, quiero decir que hay rasgos comunes entre el poder punitivo y el poder patriarcal, como lo son el desprecio por la vida, la generación de siervas (víctimas, incapaces, infantilizadas), la utilización de las ciencias, el interés en la ruptura de los lazos de solidaridad y la relación entre el concepto “culpa de la punición” y el concepto “eres mía” del patriarcado (Restrepo, D. et. Lecumberri, P., 2016: 21)
Cuestionar las soluciones que da el Estado y sus políticos a la violencia, es un deber de la lucha feminista y anti-patriarcal; disentir a las definiciones de justicia veladas por la replica de la violencia es una necesidad ética, así lo hacen los feminismo antipunitivistas que consideran a la cultura del castigo como parte del aparato represivo del Estado, pues ésta recae siempre sobre los cuerpos e identidades más vulnerables e históricamente oprimidos y consideran que la violencia es el instrumento que garantiza sometimiento al modelohetero-cis- patriarcal. (Amalín Ramos Mesa, 2021 en Yesuron, 2021)
Dando siempre el beneficio de la duda y aceptando mi eterna tendencia humana a la equivocación, en este mundo de verdades veladas, me pregunto, ¿acaso existe alguna violencia que no sea patriarcal?, si esto es posible, no estoy dispuesta a asimilarla más allá de una potencialidad siempre dirigida a no transmutar lo vivo y la vitalidad de las cosas (Rita Segato, 2019)
Referencias
Animal político. (20 de septiembre de 2022). Gobernador de San Luis Potosí propone dar pena de muerte a feminicidas y castración a violadores. https://www.animalpolitico.com/2022/09/gobernador-san-luis-potosi-muerte-feminicidas-castracion-violadores/
Restrepo, D. y Francés, P. (2016). Rasgos comunes entre el poder punitivo y el poder patriarcal. Rev. colomb. soc., 39(1), pp. 21-46.
Segato, R. (2019). Pedagogías de la crueldad: el mandato de la masculinidad (fragmentos). Revista de la Universidad de México. https://www.revistadelauniversidad.mx/articles/9517d5d3-4f92-4790-ad46-81064bf00a62/pedagogias-de-la-crueldad
Yesuron M. (2021). Una lectura feminista y antipunitivista de la dicotomía victima- victimario. Revistas de la Universidad Nacional de Córdoba. https://revistas.unc.edu.ar/index.php/polemicasfeminista/article/view/35690/35823