¿Tomar los medios de producción o seguir votando? – Columna Anticapitalista

Esencialmente, los partidos socialdemócratas se distinguen de los socialistas en que los primeros no reivindican la toma de los medios de producción por parte de las masas, la prueba está en muchos casos en que los partidos socialdemócratas se han constituido a partir de partidos socialistas que abandonan esta demanda.

Un ejemplo mexicano es el PRD, que, aunque actualmente forma parte de la coalición de derecha “Va Por México”, en 1989 todavía tenía su registro como el Partido Mexicano Socialista (PMS), aquí la pregunta es: ¿Cómo chingados un partido socialista terminó convertido en un apéndice del PAN (de ultraderecha)? El primer paso fue su apoyo a candidatura de Cuauhtémoc Cárdenas lanzada por el Frente Democrático Nacional, que agrupaba distintas corrientes de izquierda encabezadas por la Corriente Democrática que había salido inconforme del PRI. Más tarde el PMS cedería su registro para fundar el PRD, dejando la dirección del partido a la vieja clase política priista que negoció con Salinas después de las controvertidas elecciones que lo hicieron presidente. El PMS pasó de ser un partido que tenía su base en la acción de sus militantes, a un partido operado por una clase política que a largo plazo solo busca perpetuar sus privilegios, lo que explica que, por diversos compromisos políticos que desgastaron el partido, en 2012 hayan firmado el “Pacto por México” en el que se comprometieron a dejar pasar las reformas neoliberales del sexenio de Enrique Peña Nieto. Así, pasaron de ser socialistas, a socialdemócratas progresistas, para por último terminar en una coalición con la ultraderecha que defiende a los capitalistas de los intereses de la clase trabajadora. Su primer error: abandonar la postura revolucionaria y adoptar la reformista, es decir, asumir que no se van a tomar los medios de producción.

Fotografía: Rolando Ramos Cardona(@rramoscardona)

Aquellos que tienen el poder sobre los medios de producción, tienen poder sobre el futuro (y el pasado), porque toda sociedad está determinada por sus condiciones materiales y estas son dispuestas por una producción en el pasado. El valor que adquiere cualquier materia después de pasar por una fábrica para convertirse en una mercancía, lo adquiere porque los trabajadores la transforman con su fuerza de trabajo; pero también, por otros trabajadores que construyeron los medios de producción, el trabajo doméstico que históricamente han hecho las mujeres sin paga, el trabajo en otras fábricas o talleres para producir la sociedad donde esto ocurre, todo el trabajo previo que ello implica, y así sucesivamente. De esta forma, aunque suene extraño, se puede rastrear el origen de una sopa Maruchan producida la semana pasada hasta la antigüedad, pasando por el trabajo de millones y millones de personas que han vivido a lo largo de la historia: esclavos, prostitutas, siervos, proletarios, esposas, poetas, artesanos, soldados y un larguísimo etcétera. La evolución de los medios de producción es una cuestión de pura entropía aplicada a las sociedades humanas.

El robo de los capitalistas a la clase trabajadora en la actualidad tiene su origen en el primer robo de la historia: la propiedad. La única forma de frenar para siempre la desigualdad que desde entonces nos aqueja es acabando con ella, y es una tarea histórica porque no solo se lucha por distribuir lo que actualmente se roban, sino por arrebatarles el trabajo de los miles de millones de humanos que nos precedieron, por no dejar que nunca más se vuelva a heredar la pobreza o la riqueza, la propiedad o la esclavitud. Solo poniendo a disposición de la humanidad la totalidad de su herencia histórica, las masas organizadas podrán dirigir el curso de la historia hacia donde más les convenga.  

La socialdemocracia ha conseguido conquistar algunos derechos para las y los trabajadores, pero jamás cumplirá con la máxima demanda, no solo porque no quieran, sino porque no pueden. Retomando el caso del PRD, el cambio material en la organización que suscitó su miserable presente estuvo en la política del partido de apartar a las masas para dedicarse a jugar al ajedrez electoral con la clase política. Es imposible que un partido institucional tome una postura revolucionaria sin estar enteramente constituido como una expresión de las masas organizadas. Las instituciones no son organizaciones de la ciudadanía, son castillos custodiados en armas para resguardar a una clase política que tiene intereses que se contraponen a las necesidades del pueblo y ceden ante la clase capitalista. El Estado y el Capitalismo deben ser destruidos por las masas organizadas, sin bandera, sin nombre, sin patria, y de sus cenizas se alzará la nueva historia de la humanidad.

Morena se vende a la ciudadanía con el discurso de que se está devolviendo al pueblo lo robado y separando el poder político del económico, incluso dicen por ahí que están haciendo una “revolución de las consciencias”, la realidad es que en este momento se parece más al antiguo PRD que a un partido revolucionario. Morena en sus orígenes se formó por la militancia de su base política, igual que el PRD cuando era el PMS, hasta tenían escuelas para formar cuadros, por ahí andan todavía algunas clases subidas a YouTube en las que Enrique Dussel les explica en una cátedra a los militantes de Morena que “el capitalismo por definición es robo”. De nada sirvió, cerraron las escuelas y los comités base, y muy pocos de quienes militaban en este entonces realmente se convirtieron en un cuadro para Morena, decidieron hacer a un lado a sus bases para negociar los puestos de “representación pública” con la vieja clase política de siempre, igualitos al PRD. Dado que infancia es destino, es claro que Morena no es la alternativa revolucionaria que necesita el pueblo, pero eso no significa que no haya nada por hacer, al contrario.

La alternativa existe, está viva, crece y se alimenta del latir de todos quienes saben que son libres, y utilizan esa libertad para organizarse y luchar de forma permanente cómo puedan contra el Estado y el Capitalismo por redimir la historia de la humanidad.

Rolando Ramos Cardona

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