Sobre la poesía de Bertolt Brecht

Dramaturgo Alemán cuya existencia coincide con la época más turbulenta de los tiempos modernos, pieza clave de la cultura mundial, creador del «Teatro dialectico» cuya función tomaba tintes más políticos y cuyas voces resonaban más con la población común a diferencia del teatro tradicional.  El Bauhaus pasó por su radar, y su obra pretendía romper con los estándares «aburguesados» del arte, cuyo consumo se había vuelto mecanizado, dejando de lado la racionalización de lo exhibido, como un burdo espectáculo de consumo que se tenía que olvidar justo cuando la obra terminara. Entonces entendemos que para Bertolt el teatro y por extensión, el arte era su vida. Pasión que le costó muchas libertades y muchos enemigos, que no lograron callarlo, y que solo encendieron la leyenda de su vida.

Sin embargo, como sucede con muchos líderes de su época, en su profesión «alternativa» que era la poesía podemos encontrar testimonios más crudos y desoladores de lo que era vivir en aquel ambiente tan cambiante. Testimonios que ahora nos son más útiles por su naturaleza rica en variedad. Análogo a los esfuerzos de Artaud con sus «cartas», Brecht ahonda de una manera magistral por medio de las rimas todo tipo de ideas, como una especie de diario en donde manifiesta sus pesares, se burla de los líderes políticos, describe sus numerosos viajes, y ante todo, es fiel a sí mismo y su propia voz. Y creo que esa cualidad es la más importante de todas, incluso por encima de su habilidad teatral, pues su poesía le da un tono atemporal a su pensamiento, cuya ejecución quizá genero ciertos problemas con “intelectuales” coetáneos  pues está lejos de lo que se considera «poesía tradicional». Como lo veo, es más de nosotros que de ellos, sus compañeros que sin embargo se vieron sorprendidos e influenciados por su obra en los escenarios.

Fotografía: Julie Ehrenzweig (@queenoftrassh)

Mi primer encuentro con este escritor fue, curiosamente, por medio de un líder político mexicano conocido en ese entonces como El Subcomandante Marcos, ya que en uno de sus poemas se encuentra una referencia a la obra de Brecht, cuya intervención demuestra la intersección entre lo cliché de la poesía respecto al tema del amor, como lo altamente político de ambas figuras, pues a pesar de tener tintes románticos, no podemos separar, a este ni a aquel, de todo el contexto que los rodea.

«Amanece. La madrugada esconde sus nostalgias en la lluvia de junio. Sobre la mesa, un libro queda abierto con la ayuda del peso de una pipa rota. En una página manchada con ceniza, con línea irregular están subrayados unos versos de Bertolt Brecht:

La lluvia

No regresa hacia arriba.

Cuando la herida

Ya no duele,

Duele la cicatriz.»

¿Qué tiene de común una Alemania nazi en pleno apogeo de las Guerras mundiales al México de los noventas? Aquellos más eruditos pueden encontrar, si quieren, un puente entre estos intelectuales que se comparten citas, que hablan el uno del otro como un tipo de conversación que existe en la atemporalidad de la cultura, o como solía decir un maestro, «aquel plagió mi obrar mucho antes de que yo naciera». De todas formas la validez no se cuestiona, como cruel destino de lo humano, de que toda sentencia se replica y nos replica a nosotros los protagonistas del nuevo milenio.

En este juego del lenguaje, Bertolt era de los más dinámicos. De su obra poética la más conocida son sus poemas sobre el amor, pero con un trabajo tan prolífico, en el cual se incluyen más de 2000 poemas, su verdadera musa era la guerra, y todo lo que la rodease. Un eterno exiliado, perseguido por el mismísimo Hitler, cuyo resentimiento se da más que nada por apartarlo de su hogar, los temas que logra alcanzar son increíblemente extensos. Como por ejemplo, sobre si la existencia de Dios es importante en el día a día, y las repercusiones que pueda tener semejante pregunta, o el que para mí es el más fuerte, que habla de un individuo que se arrepiente de haber «sobrevivido» más que sus propios compañeros, cuyo recuerdo lo atormentan no por medio de reproches, sino de consuelo sobre su resiliencia

Yo, el sobreviviente

Fotografía: Julie Ehrenzweig (@queenoftrassh)

Por supuesto lo sé: tan sólo la suerte ha hecho

que yo sobreviviera a tantos amigos. Pero anoche en sueños

oí que esos mismos amigos decían: “Los más fuertes sobreviven”.

Y me odié.»

Brecht vive, entre nosotros, de manera sigilosa esperando a ser redescubierto, como una especie de fantasma que se esconde entre nuestros propios versos que creíamos originales, y cuya lucha ya ha tomado lugar antes y cuyo resultado ya sabemos. Pero de igual forma, si él estuviese presente, entendería nuestros motivos y nos animaría a seguir persiguiendo esa libertad que el no logro encontrar salvo en su poesía, la eterna salvadora de la gente sensible como él.

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