Lecciones sobre el uso de la Constitución en la mesa: una guía práctica.

Vea usted el montón de palabras que escupen los expertos en la Constitución; definiciones, conceptos y una locura generalizada para tratar de enseñarla, pero nunca de cultivarla en la calle. He visto buenos esfuerzos para divulgar y exponer su contenido, algunas leyes que nos protegen y mucho discurso del tipo “ejercicio democrático, ciudadanía en acción, protección de las garantías”. Aún así los veo muy lejos de dejar de ser una explicación de tour en museo. La Constitución no es teoría ni rito cívico para los mortales como nosotros, ¡sino que somos nosotros mismos! Un instrumento en papel.

Digo instrumento porque es la narración de aquel tiempo en donde el pueblo asumió y ejerció el poder (o sea que “pudo”) para determinar los supremos valores que cualquiera que en un futuro mandara al país debe respetar religiosamente, porque esa es nuestra voluntad. Y porque nos sirve para exigir la corrección de cualquier paso o mentada de madre que de un servidor público.

Las elecciones de nuestros gobernantes ya no son las importantes, sino una buena garantía de protección, respeto y cumplimiento de la Constitución. Con eso podemos disfrutar el ir y venir de partidos y candidatos como en desfile. Siempre será esencial el respeto de nuestra voluntad allí escrita en la Carta Magna.

Fotografía: Edwin Castañeda (@edwin_meza10)

Entonces, conocer nuestra Constitución no tiene que ser un dolor de cabeza y esfuerzo súper humano de memorizar tanta palabra que se agrega cada mes. No necesitamos sentir identidad con una constitución fija, vejestorio que no cambia en el museo. Aunque sería muy conveniente para muchas personas, no la tenemos, entonces el cambio, la flexibilidad es nuestra identidad Constitucional. Cambiamos cada que canta el gallo y nuestro poder es mexicanizar cualquier cosa que venga o cambie en el país.

Ahora, respecto de la cultura alrededor de este documento para efectivamente exigir nuestros derechos se reconoce la gran dificultad y la poca practicidad. Pero no debe ser una frontera infranqueable para nuestra búsqueda de dignidad. Me explico: a una persona sin educación básica que no comprende totalmente muchas cosas podemos ayudarle a exigir el cuadro en donde la Constitución nos quiere pintados.

-Figúrese usted que tener agua es aquella mentada Constitución, tener trabajo, ser libre. Todo eso que quiere y necesita para ser feliz puede contárselo al mero mero del gobierno más cercano que tenga.

Desde nuestras cenizas de ciudad podemos agarrarnos de donde podamos y caminar hasta la seguridad de una vida digna donde la última palabra sea la de la Constitución.

Autor: Ezequiel Mendoza

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