Al fondo de la mente de las mexicanas y los mexicanos, en un rincón donde van a morir los recuerdos menos trascendentes, yacen putrefactas las promesas vacías de nuestro mal gobierno.
Seguimos estudiando y trabajando duro, pero la salud, vivienda digna, seguridad y libertad que supuestamente recibiríamos a cambio, no llega. La desigualdad nos arrebata derechos a las mayorías para convertirlos en privilegios para los ricos y en 2020, el top 10% más rico poseía el 67.5% de la riqueza del país (Credit Suisse Research Institute, 2021).

Se justifican argumentando que crean trabajo, pero en realidad roban trabajo. Creen que tienen derecho a quedarse el 66% de las utilidades de la empresa (Ríos, 2021) y repartir el resto en sueldos miserables porque pagan por las máquinas, la materia prima y la mano de obra; y así también justifican que a los humanos se les pueda remplazar con la misma crudeza que las máquinas. Sin embargo, ni las máquinas se inventan solas, ni la materia se transforma en algo útil sin que se le ejerza fuerza de trabajo; el ser humano no es un medio, es un fin.
Las máquinas y la materia prima que compran los capitalistas son fruto la clase trabajadora, y el capital con la que se compran también proviene del trabajo no remunerado de esta misma clase. Desde su visión la cadena de producción la conforman multiples empresas que se ocupan de distintas partes del proceso productivo, pero lo que realmente concatena la cadena productiva son trabajadoras y trabajadores, los capitalistas solo son parásitos que sustraen el valor generado en cierta parte de la cadena.

Por si no fuera suficiente abuso, nuestros gobiernos le dan beneficios especiales a los más ricos, evidencias hay cientos, pero el siguiente dato es suficientemente contundente: Entre 2013 y 2015 el top 0.01% más rico del país (sin incluir el top .001%) pagó la tasa de impuestos más alta del periodo, 20.9%, el top 0.001% pagó solo 11.3%. Es decir, todos pagan más impuestos mientras más tienen… todos, menos los que más tienen (Ríos, 2021).
Corrompen a nuestros políticos con dinero y con favores, pero también corrompen al Pueblo cuando usan sus medios de comunicación masivos para convencernos de replicar un sistema de valores que justifica su riqueza, su oligarquía. Si queremos calidad de vida para nuestra descendencia, la única alternativa razonable es acabar con la desigualdad.

Las sociedades humanas se crean a sí mismas porque producen las condiciones materiales de las que emerge su cultura, por eso quienes tienen los medios de producción, tienen también un inmenso poder sobre la sociedad. Las ideas revolucionarias hacen vibrar las barras que contienen preso al espíritu, juntas y juntos hemos de liberar las mentes del mundo de los mitos que subyugan y dividen a la clase trabajadora para que un día, unida y fortalecida, pueda apropiarse de lo que legítimamente le pertenece.
Cuando los gritos de justicia inunden la calles y las fachadas de los bancos estén pintadas con la verdad que ocultan, únete al coro de las trabajadoras y los trabajadores. La Revolución está cerca y los jodidos y jodidas somos más.
Autor: Rolando Ramos Cardona
Ríos, V. (2021). No Es Normal: El Juego Oculto que Alimenta la Desigualdad Mexicana y Cómo Cambiarlo. Penguin Random House Grupo Editorial.
Credit Suisse Research Institute. (2021, junio). Global Wealth Databook 2021. Credit Suisse.