I.
Este mes de diciembre se cumplen 100 años del Estridentismo, el grupo de vanguardia mexicano que se declaró abiertamente en contra de sus circunstancias históricas, dando lugar a polémicas importantes para el desarrollo de la cultura nacional. Su legado, a pesar de que sólo estuvieron activos de 1921 a 1927, todavía tiene relevancia en nuestros días.

Maples Arce, Manuel. 1924.
Podríamos empezar por enunciar que el Estridentismo es una actitud. Por esto, su propuesta no puede quedar enmarcada dentro de los límites del arte. Manuel Maples Arce, en la entrevista que Roberto Bolaño le hizo para la revista Plural en 1976, diferenció a su grupo de las vanguardias europeas cuando dijo: “El movimiento mexicano tiene además una mayor hondura vital y una intención revolucionaria que no se queda únicamente en el aspecto esteticista que caracteriza a otras corrientes. La idea de revolución está presente en él con una insistencia que delata su valor humano”.
Y es que los estridentistas lo abarcaron casi todo: desde la literatura propiamente dicha hasta las artes plásticas y la fotografía, pasando por el trabajo editorial y la lucha contra la autoridad por medio de la iconoclasia. Por esto, encasillar al movimiento como uno exclusivamente literario es ignorar la totalidad de sus méritos. Lo cierto es que la palabra escrita fue el campo en donde el grupo tuvo más relevancia, aunque, como se ha mencionado, atraviesa por todos los ámbitos posibles, llegando a inmiscuirse no sólo en la cultura, sino en el ámbito sociopolítico de la segunda década del siglo pasado.
II.
El grupo de Maples Arce le hizo frente a la tradición, a las instituciones y a la realidad por medio de la crítica y la acción revolucionaria. Las formas bajo las cuales operaron son, en primer lugar, su rechazo contra el dogma de los libros o el lienzo como espacios exclusivos de trabajo, dando un salto a las calles, en donde colocaron pinturas o manifiestos sobre los muros. En segundo lugar plantearon la idea que los hizo el centro de las polémicas al interior del país, y ésta era la de trascender el arte, revolucionarlo de tal modo que la creación pudiera entenderse como el motor que transformaría también el mundo exterior, esto quiere decir, operar fuera del universo de los objetos y las ideas para instalarse en el plano real, en la sociedad, y modificarla desde adentro.
La iconoclasia fue la raíz del movimiento. Todos acordaron una ruptura, una negativa contra los valores, las figuras históricas y sus cultos. En los manifiestos dejaron claro que ellos no apoyarían los discursos nacionales, prueba leal de ello es el inolvidable “que muera el cura Hidalgo” que aparece en Actual N°1. También tenían claro que no adularían al gobierno o a cualquier autoridad que les extendiera la mano para formar una alianza. Por esto mismo, el grupo de Contemporáneos fue criticado hasta la ignominia por los estridentistas, ya que los acusaban de ser los protegidos de Vasconcelos, que les concedía plazas, becas, puestos en el gobierno y publicaciones.
III.
Desde un principio Maples Arce tuvo claro que a quien tenían que dirigirse era a los jóvenes que también estaban en contra del establishment y todavía no eran corrompidos por las estructuras de poder; era evidente que los mayores, además de conservadores, no apoyarían a un grupo que atentaba contra sus valores y la carrera que habían construido a base de influencias y favores. Así pues, se estructuró una suerte de batalla entre jóvenes y adultos, entre el pasado y el presente. La misión del movimiento era acabar con la moral anticuada en todos los campos posibles y denunciar los estragos que dejó revolución armada en el país. Rápidamente los miembros del grupo crecieron y la provocación pública les hizo ganar tanto seguidores como enemigos; en ambos casos el resultado era positivo, benéfico, ya que se instalaban en la boca de la sociedad.
Arqueles Vela, en la misma entrevista con Roberto Bolaño, afirmó que “Siempre es necesaria una vanguardia, pero la vanguardia no se inventa, son hechos sociales los que van a crear una necesidad irrupta en el devenir” y concluye: “No ha surgido una juventud que esté en contra de su tiempo como lo estuvimos nosotros”. Maples Arce, después de disolverse el grupo y hasta el final de sus días no sospechó que el Estridentismo volvería a cobrar un auge; por muchos años los estridentistas cayeron el olvido y sus rivales, los Contemporáneos, fueron quienes figuraron como la vanguardia en los libros de historia. Sin embargo, List Arzubide fue el único entre sus amigos que dio fe de que el futuro iba a requerir del espíritu estridente del grupo y que por ello, el valor que no les fue concedido en su contexto iba a ser reivindicado en el devenir, tal como lo señala en El movimiento estridentista: “Y ahora que todo está liquidado, entregamos nuestra obra a los historiadores, porque intentamos evitar desde hoy las discusiones de los académicos del año 2941”.
Autor: Ringo Yáñez