El otro día fui a una tienda de productos chinos a comprar unos audífonos de veinte baros, estando ahí recordé las decenas de veces que me había parado en ese mismo lugar a comprar esos mismos audífonos; ese pensamiento hizo que me diera cuenta de estaba inmerso en un ciclo que me obligaba a comprar cada dos semanas en esa tienda porque los audífonos no duran una mierda y no me da el tiempo de ahorrar para unos buenos antes de acabarme los que tengo.

Me senté en una banca, ya con mis nuevos audífonos puestos y pensé en que sería mucho mejor para nuestra sociedad que no existieran tales audífonos, porque para que una persona como yo utilice audífonos un año, hacen falta un chingo de audífonos baratos, pero bien podría ser resuelta la misma necesidad durante el mismo tiempo y hasta con mayor satisfacción, con una menor cantidad de audífonos de mayor calidad, que significaría un menor impacto ambiental y uso de fuerza de trabajo.
La razón de existir de estos audífonos no está alineada con el uso de los audífonos como un fin, sino que solo puede ser explicada a partir de la lógica de conseguir la máxima ganancia; si alguien tiene el suficiente capital para aumentar la producción hasta volverlos estúpidamente baratos y tan poco corazón como para hacerlos tan malos, puede hacerlo. Disminuir la durabilidad genera más ventas y abona a que se reduzca el valor (y la calidad) de la canasta básica, si los medios de subsistencia son más baratos, los capitalistas tendrán mayor margen para reducir los sueldos. No es casualidad que los productos cada vez sean más baratos y duren menos a la par que la tasa de explotación global aumenta.
(nota: la tasa de explotación es la plusvalía que produce el trabajador dividida entre el valor de su fuerza de trabajo, lo que le roba la empresa al trabajador en palabras más simples)
Tras pensar en aquello me emputé, me puse de malas. Se producen y se producen audífonos culeros a lo pendejo sin importar el impacto ambiental innecesario, sin importar el tiempo de su vida que dedicaron trabajadores a fabricarlos y, sobre todo, sin importar que están bien culeros; todos estos despropósitos solo para aumentar la ganancia. Puede ser que el motivo por el que no haya comprado otros audífonos sea realmente mi desidia, pero mi divagar me ayudo a ver en ellos, uno de los muchos motivos por los que el capitalismo es realmente ineficiente y claramente irracional.