«La revolución industrial y sus consecuencias han sido un desastre para la raza humana»
Theodore Kaczynski, mejor conocido como “Unabomber”, es un filósofo estadounidense que salto a la fama por sus atentados terroristas en contra de la comunidad americana en los años 90s.

A partir de su sentencia de 8 cadenas perpetuas en una prisión de Colorado, los reflectores han sido puestos en su actividad criminal, minimizado sus ensayos académicos que tienen como base el rechazo al «avance» tecnológico y la codependencia a este.
Su trabajo más importante, así como el más infame, fue el Manifiesto de «Industrial society and its future» que publicó a base de amenazas en los periódicos de The Washington Post y The New York Times
El manifiesto, contrario a lo que hemos visto de este tipo de escritos en los tiempos modernos, parte de una cosmovisión muy amplia, pues Theodore consiguió graduarse y obtener el grado de Doctorado en la universidad de Michigan además de otros títulos obtenidos en Harvard. Estamos frente a una persona, que a pesar de sus actitudes antisociales, logro moverse en la estructura social y conseguir éxitos sin precedentes. ¿Entonces como ocurrió el quiebre que lo hizo hacer lo que hizo?
Lo que vemos expuesto en sus ideas es una idealización al origen social, un miedo a la modernidad (con justa razón) y su camino hacia la deshumanización a cambio del confort de pocos.
Desde la revolución industrial, el avance tecnológico ha aumentado de manera exponencial sin precedentes, y no es la primera vez que los pensadores ven de manera negativa estos avances y lo encuentran peligroso. Tenemos de ejemplo a Guy Debord y su “Sociedad del espectáculo”. La diferencia es que Theodore admite culpables en todos los estratos sociales.
Uno de las problemáticas principales de la filosofía moderna es la posición del individuo con respecto a su comunidad. Para Kaczynski la problemática reside en una dispersión. El individuo posmoderno al estar tan diluido, en lo que el autor llama “Sobresocialización”, pierde la idea del yo y se transforma en una imagen ideal muy alejada de la persona a la que representa. Es por ello que tenemos conceptos tan modernos solo posibles en la sociedad del capitalismo tardío como “virtue signaling”, la necesidad de estar en el “lado correcto” de los temas sensibles, o “disonancia cognitiva”, la contradicción que nuestra mente admite para mantener la consistencia de nuestros pensamientos. Tales contradicciones crean un individuo endeble que entra en un círculo vicioso entre sus actos y las consecuencias que percibe hacia los demás.
No es de extrañarse que tales ideas fuesen concebidas al final del anterior milenio, pero los resultados ocurrieron más pronto de lo que se esperaría. Theodore en su posición de antisistema, intento incluir a todos (y de manera acertada) como culpables en la complicidad de una sociedad cuyos cimientos son frágiles y en cualquier momento pueden caer. “Entre más tiempo se mantengan, peor va a ser la caída” profesa al inicio de su ensayo.
¿Nuestros contemporáneos lograron resolver las problemáticas del sistema anterior? ¿Hay un fin positivo que podamos sacar de todo esto? Para Kaczynski no, puesto que estamos demasiados inmersos como para arreglar cualquier cosa.
El problema, en este caso, no es la forma de la estructura, sino la estructura misma, y si no se logra romper con esta, los mismos problemas surgirán pero de manera más estruendosa y con consecuencias peores.