Preocúpate por el consumo, pero queriendo que la gente “entienda” y deje de comprar la calidad y conveniencia de esta empresa no va a servir. Si puedes y tu formación o experiencia te lo permite, haz un plan y pídenos ayuda para luchar con algo más real que no esté dentro del mercado de la publicidad como las decisiones corporativas. Crea iniciativas o estándares para no permitir ciertos grados de contaminación o crueldad humana en los productos que entran o las empresas que ofrecen sus servicios en el país.

Lo que puedo decir es que la preocupación no es una corriente de pensamiento a la cual me adhiero para preocuparme yo también, sino como un mecanismo análogo al del dolor en el cuerpo. Esa preocupación mediática es un signo específico de alarma que los que no pertenecemos a las pasiones políticas, discursivas o de protesta en la opinión pública, debemos tomar para empezar a trabajar como los artesanos civiles que somos.
Y como la generación de cristal que somos, deberíamos de seguir teniendo un papel importante frente a las cámaras, haciendo declaraciones y proclamas de sofá, de megáfono y de encuentros públicos; pintando pancartas y mentando madres frente a las sedes del gobierno. Es una escena indispensable, sentimientos rotos y gente quebrantada que sea muy o lo suficientemente sensible ante cualquier cosa que pase hoy, porque ya deberíamos de tener al menos poquita consciencia de que los excesos y desperdicios del pasado nos dejaron unas décadas al borde de la catástrofe.
Unos son los alarmados y otros los rescatistas. Los que tienen una vocación innata de servir son los que se encuentran en el limbo de los problemas. Quieren ayudar, a veces saben cómo y a veces no, también pasa que sus propios problemas los absorben no dejándoles más opción que moverse a través de pequeñas acciones dentro de las fuerzas de sus manos y su bolsillo.