“El más grande es aquel o aquella que más méritos tiene. La superioridad o inferioridad de la gente no reside en su cuerpo, atendiendo a su sexo, sino en la perfección de sus hábitos y cualidades.” -Christine de Pizan en La Ciudad de las Damas

8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, hoy sin duda alguna es un día muy importante, escribir acerca de este tema resulta un gran peso sobre mis hombros, como mujer y como persona. Pero agradezco con el corazón poder hacerlo, ya que muchas compañeras no pudieron ni podrán expresarse: hoy les presto mi voz y mis letras.
Hay tanto qué decir y tanto que ya se ha dicho que no sé por donde empezar, empecemos por lo más básico: no hay un motivo para felicitar a las mujeres hoy, no hacen falta regalos, ni abrazos, ni si quiera palabras que se deban dar solo por ser mujer, ¿Qué tiene eso de especial? No me malinterpreten, la mujer es especial, pero no por su género, sino por lo que hace. Dicho esto, hoy es un día de conmemoración, un día para recordar a todas aquellas valientes mujeres que, con su voz, su cuerpo, su vida y su muerte participaron en manifestaciones, movimientos y demás eventos que construyen la lucha que hoy nos atañe con tanto ímpetu. Considero este es un día que invita a la reflexión, al estudio, a la búsqueda tanto en nuestro pasado, nuestro presente y nuestro interior, preguntas tan elementales como ¿Qué es ser mujer?, ¿Qué clase de mujer soy y en quién me quiero convertir?, ¿Qué papel tengo? Cobran gran valor e inquietan nuestros corazones que arden por nuestra lucha.
Sé que hay muchas opiniones respecto a la lucha de la mujer, no se podrían reducir a ser positivas o negativas, ni siquiera neutras, es que, siempre ha sido así. No podemos decir que se trata de un problema contemporáneo, es uno con gran historia, una historia llena de sangre inocente y gritos que desgarran las gargantas de aquellas que clamaron y siguen clamando por la igualdad. Sé también que todo cambia, que el pasado no debe medir el presente, nosotras tampoco nos íbamos a quedar siendo las mismas ni nos íbamos a dejar medir con la misma vara con que se midieron las mujeres en el pasado y menos si esta es dictada por un hombre.
Somos lo que somos y somos todas, una sola.
He escuchado que el movimiento feminista es violento y desinformado, no sabía que había tantas personas capacitadas para juzgar un movimiento social tan rápida y eficazmente, el movimiento feminista puede ser “violento”, pero también es amable, comprensivo y de una luminosidad impresionante, rebosante sin duda de calidez.
Pero ¿“esas no son las formas” me dices tú? Dime, por favor, te lo ruego, ¿cuáles son esas formas que tan seguro clamas? Porque yo, una joven mujer, no las encuentro, ¿es que mi entendimiento está nublado?, ¿qué libro? ¿qué gran sabio o sabia debo conocer? ¿a qué dios debo consagrarme para conocer la respuesta? Sólo puedo decir que todas son formas, todas son valiosas, desde el grito hasta la canción, desde la marcha hasta la conferencia ¡Desde el destrozo hasta la maravillosa frase de “yo te creo”! Todo es nuestra lucha, esa diversa y maravillosa lucha, porque construye el futuro que soñamos y los ideales que perseguimos.
¿Qué importa si nos equivocamos? ¿No es eso el acto más humano que existe? ¡El error es el paso más sabio e importante! Es probable que fallemos hoy, pero ¿Qué más da? ¿Es que no es de grandes errar? Así, de error en error y de acierto en acierto nos acercaremos a lo que queremos y seremos, con toda libertad, lo que queramos ser. Pero no se confundan, no les estamos pidiendo permiso o que nos otorguen validez, les estamos avisando: aquí estamos y no tenemos intención de retroceder ni un solo paso.
Compañeras mías, muchas gracias por compartir conmigo este camino, este arduo sendero en el que por ustedes, nunca me he sentido sola y cuando he flaqueado ante las adversidades de este mundo que se empeña en presentarnos por el sólo hecho de haber nacido mujer, una mano amiga, fuerte y cálida, siempre se ha tendido para mí. Que en nuestros corazones no haya cabida para el odio o el rencor, que cultivemos sólo amor, buena fortuna y perdón, pero que nunca olvidemos nuestra dignidad y bienestar. ¡Estudiemos, avancemos, gritemos, marchemos sin descanso!, porque tenemos una tarea titánica cuya importancia no sólo yace en nuestra propia tranquilidad, sino en la tranquilidad de las mujeres que aún no nacen. No olvidemos que estemos aquí, no sería posible sin nuestras hermanas que han puesto los cimientos para nosotras y tampoco olvidemos a aquellas que no nos pueden acompañar, pero se mantienen presentes en nuestros corazones.
¡Si quieren nuestro silencio, no lo tendrán! ¡Avancemos sin miedo!