La agonía en las aulas virtuales

Estamos a tan solo un par de meses de cumplir un año en nuestros hogares, resguardados de un nuevo enemigo silencioso. Un ente que poco a poco comenzamos a conocer y que ha atacado el interior de nuestros hogares generando un pánico desmedido y una angustia por encontrar el momento en que las cosas cesen.

Fotografía por: Rolando Ramos

Todos hemos pasado por una dura etapa de nuestra vida que, siendo sinceros, jamás pensamos que atravesaríamos y no estábamos listos mentalmente para afrontar. Sin duda alguna tanto jóvenes, niños y adultos hemos tenido que llevar un proceso largo de asimilación de este nuevo enfrentamiento que sin duda alguna dejará una gran marca en la historia, en nuestros recuerdos y desde luego en nuestros corazones.

Por su parte, los alumnos, encadenados a computadoras por más de ocho horas diarias y por prácticamente toda la semana, no pierden la esperanza de regresar a sus planteles y al fin tener una muestra de convivencia y empaparse del conocimiento de frente a sus compañeros y profesores. Aquellos jóvenes que nacen de la rebeldía y la esperanza de la sociedad. Es sincero, sano y considerable mencionar que los estudiantes hoy en día nos encontramos en un limbo de frustración, cansancio y estrés que nos aprisiona en nuestros propios hogares.

Las emociones que tratamos de descifrar hoy en día son difíciles de expresar. Tanto estudiantes como profesores nos encontramos en un ambiente de locura cargado con una carrera contra tiempo que tiene por objetivo entregar una evidencia de un conocimiento que no adquirimos ni siquiera al 50% ¿Alguien tiene la culpa? Por supuesto que no. Tanto profesores como alumnos no tenemos la culpa de afrontar una situación mundial que ha puesto nuestras vidas en riesgo y nos lleva a permanecer entre cuatro paredes con la ilusión de un regreso que no tiene fecha marcada. Cuando el semáforo parece cambiar de color tenemos dos opciones: mantener una pizca de fe o enfrentar un recorrido de dolor y desesperación. Las cosas son inciertas, no podemos predecir lo que sucederá, pero tampoco es como que se pueda ignorar la agonía vivida en las aulas virtuales.

Teams, Zoom y Google Met se han convertido en nuestra forma de mantener contacto con aquello que nos apasiona: Nuestros estudios. Miles de estudiantes han estado en una constante batalla interna entre vivir en agonía o esperar con incertidumbre. No es de sorprender tantas bajas escolares, tiempo sabático para recargar fuerzas para volver de manera presencial o un abandono definitivo de los estudios por el motivo de no sentirse preparados para afrontar esta nueva y extraña manera de adquirir conocimientos. Nadie debería enfrentar este tipo de guerra interna entre seguir a tus sueños o saber dar una despedida indefinida, pero este nuevo virus nos ha llevado a las decisiones más extremas y lamentables posibles.

Es triste mencionar que nuestros conocimientos han llegado a estar en pausa. Los programas educativos han recortado temas para poder terminar lo antes posible y por la falta de tiempo que esta pandemia ha generado. Problemas de internet, situaciones familiares, poca accesibilidad a un equipo para poder tomar las clases en línea y una enorme inestabilidad anímica han sido algunos de los precios que los estudiantes han tenido que pagar debido a la virtualidad educativa. Quizá en el pasado poco a poco se nos había presentado la oportunidad de trabajar con algunos programas y trabajos de manera virtual, pero a nadie jamás se le ocurrió que esto solamente sería una mínima preparación para lo que se vendría.

Como se mencionó antes no solamente los alumnos han sido el blanco de esta desesperación por una “Nueva normalidad” a la que no acabamos de acostumbrarnos puesto que los propios docentes se enfrentaron a una guerra en la que muchos ni siquiera contaban con las armas y técnicas adecuadas para llevarla a cabo. Cientos de profesores han dado lo mejor de ellos por poder desempeñar sus funciones de la mejor manera y brindar los conocimientos posibles a los alumnos, por lo que la posición en la que ellos se encuentran tampoco es la de mayor ventaja en esta jugada. Mientras que el alumno tiene una batalla a contratiempo, el profesor debe ingeniárselas por adaptarse a un plan que le exige bastante en el menor plazo posible. Ellos también viven en un mundo en donde deben estar preparados para todo, en donde sus actividades tratan de ser las más nobles y llevables para sus alumnos y en dónde tengan que estar mentalizados para las situaciones que se lleguen a presentar para ambas partes.

Sin duda esta nueva normalidad no solamente nos ha robado tiempo, sino que también nos ha puesto una carga enorme de estrés y cansancio sobre los hombros. Predecir cuándo acabará esto es prácticamente imposible, pero debemos dar la mejor cara ante esta nueva y extraña situación, luchar por los ideales que tanto tiempo hemos deseado y recordar que los estudios son el alimento de nuestras almas. Así como muchos hemos encontrado la calma y la armonía en una gran introspección, otros la hallarán en el conocimiento por el que se levantan cada mañana, los desvela, pero los hace felices en el fondo.

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