En estos tiempos de donde el coronavirus es nuestro día a día, tristemente las muertes han aumentado exponencialmente; pero estas pérdidas, las muertes por COVID, son distintas en extremo a algunas otras, con esto no quiero decir que unas pérdidas sean más o menos dolorosas, solo hablo que cuando se pierde a alguien por COVID es muy distinto…

Los velorios, los novenarios con las personas personas que queremos, todo el ritual que conlleva la muerte, es muy distinto a lo que conocemos, no hay esa oportunidad de poder dar un último adiós, o bueno no nos despedimos como estamos normalmente acostumbrados.
Todo es muy repentino, un día comienzan los síntomas que dudamos si son o no de coronavirus y al otro estamos buscando un hospital con lugar, porque ya todos están a su máxima capacidad, después, el recibir noticias de nuestro ser querido enfermo es difícil, por no decir que es una misión casi imposible, si bien nos va nos dicen que sigue igual o de lo contrario nos avisan que esta peor y ya van a intubarlo.
De repente, cuando vemos una luz de esperanza y creemos que es cuestión de tiempo para volver a ver a nuestro ser querido llega la noticia, esa noticia devastadora que nos arranca todo, que nos arranca lo que más queremos y que nos deja en un limbo de incertidumbre, dudas y culpa…
Los hubieras nos invaden; ¿y si lo hubiera llevado antes al hospital? ¿Y si lo hubiera atendido en casa? ¿Si hubiera conseguido oxígeno? Y la lista de preguntas sigue y sigue, pero son preguntas que nunca vamos a poder responder; preguntas que atormentan y que nos dejan un vacío todavía peor, entre la tristeza y la confusión también llega la rabia, el coraje de no poder hacer nada más.
Para finalizar toca la parte más difícil, la cremación, que no hay nada que decir solo que hay negación y quisieras que esto nunca hubiera pasado…
Esta es mi narración de una perdida muy importante que tuve en tiempos de COVID, pero es la realidad que enfrentan miles de familias día con día, perdidas irreparables, duelos a medias, miles de cuestionamientos, reproches y una tristeza que no se puede reparar con nada.
Es así como viví una muerte en tiempos COVID.