¿Arte? Ya cualquiera es artista

Puedes verme repartiendo arte, porque esa es mi cualidad
Te llevo de lo cotidiano a otra realidad
Al estado de la incierta forma,
territorio en el que habito cuando todos duermen
                                                                Repartiendo arte, Kase.O
Ilustración por: L.R.

¿Arte?

Son muchas las quejas y preguntas acerca del arte desde mediados del siglo XX, se pone en duda su naturaleza como arte, se dice que ahora no se producen más que objetos decorativos, se hace mofa de la simpleza de las obras y los absurdos intentos de este para justificar su existencia.

Arthur C. Danto en su prólogo a “¿Qué es el arte?” menciona el arduo trabajo que representa crear una definición precisa del concepto “arte” y es que, ¿es posible definir una fuerza de tal magnitud y con tan grandes alcances? Algo que me parece claro, es que quien niega por completo la validez del arte desde mediados el siglo XX, no ha admitido la problemática plural del mismo, pues nos encontramos con un monstruo nutrido de la apertura estética romanticista, que se agota y sigue creciendo, que se inclina a lo dionisiaco, hasta que es capaz de replantearse, renegar de su creador y comer de otras fuentes de conocimiento. Vemos al monstruo desafiando los límites que personajes como Platón, Kant, Hegel o Nietzsche escribieron.

El Arte Contemporáneo no está perdiendo su sentido o esencia, está avanzando y construyéndose en diversos sentidos y manifestaciones, no sólo de una forma fragmentaria, también complementándose y creando nuevos campos de expresión (por ejemplo, el arte digital).

Críticas al arte contemporáneo: todos son expertos

El arte, aunque cuente con una disciplina que se dedica a su validación (crítica de arte), no se sujeta a esta necesariamente para justificar su existencia, sino que existe dentro de una pluralidad y significa, muchas veces, en función del tiempo en que se crea. Con el nacimiento del arte conceptual, que implica entender la obra dentro de un marco de significado y en su brevedad, se a juzgado al arte contemporáneo de tender a la simpleza, al vacío, que no transmite nada al espectador al momento de hacer contacto con el y es que muchas veces la obra puede ser tan única que sólo puede ser vista una vez y sus vestigios no son más que una huella de su presencia (como el performance). Sin embargo, es cierto que el arte de nuestro tiempo cada vez le teme menos a los dogmas, las obras nos muestran esa sensibilidad del abandono de la mimesis y la proclamación de la realidad como propia naturaleza, no sólo se trata de emplear la razón, también nos exige la sensibilidad, el conocimiento. La obra nos exige, como creadores y como espectadores la contemplación, aquella de la que habla Bernardo Soares : sin posesión, con el placer de la experiencia estética, me atrevo a decirlo así, porque muchas obras, no son únicas, pueden rehacerse, la experiencia no reside en un objeto exclusivo en el mundo sino en lo que el objeto quiere representar. Según Hegel, ¿Qué podemos esperar de un ente muerto, sin fin, pero que sigue creando?, tal vez, grandes sorpresas.

Otro punto fundamental de crítica tiene que ver con la capitalización del arte, es decir, se ha cruzado la línea entre el artista que gana por su obra al artista-empresario cuyo objetivo es el de vender algo hueco y sin sentido, afectando la apreciación de otras obras. Muchas veces se percibe la obra como un elemento decorativo, un elemento del marketing: el estampado de ropa, la imagen de un espectacular e incluso propaganda, contrario a lo que expuso Hegel con respecto al fin metafísico del arte, en este sentido, no sólo hablamos del arte como un resultado del ejercicio de la sensibilidad, sino como parte del sistema que pretende hacer de todo objeto, un producto, ¿es el arte un doble producto? Es primero, porque su origen se encuentra en ser un bien que se encontrará sujeto a un mercado y por otro lado, es el resultado de una sensibilidad pretenciosa. Esta dimensión comercial, en gran medida, ilegitima la esencia de la creación artística sujetándola al sistema capitalista.

Ya cualquiera es artista

En términos simples, podríamos decir que el artista es aquel que hace arte, un verdadero problema ya que hemos mencionado que el arte es difícil de definir y además no se sujeta a una validación, sin embargo, la postura acerca de arte actualmente se ve influenciada por la creencia de que “se nace siendo artista” y que, por esta razón, se debe dejar de lado el aprendizaje formal, y simplemente dejarnos llevar por lo que sentimos, pero los filtros que nos permite desarrollar el estudio del arte y la técnica, como alguna vez planteó Aristóteles en su poética, son necesarios para la formación integral de un artista. Pero esto no es genuinamente culpa nuestra, se trata de que el acceso que hemos tenido al arte ha sido a través de medios digitales, donde no sólo podemos ver y descargar obras de arte, también podemos aprender por nuestra cuenta lo que queremos saber al respecto. Con ello podemos sentir que estamos preparados que, somos artistas y de esta forma se abre la puerta a los charlatanes, a los falsos sensibles, a los poco agraciados a que hagan arte. Pareciera que, dentro de esta diversidad en las formas de hacer arte, aún existe alguna especie de elitismo que implica aferrarnos a la técnica y al estudio (lo cual me parece completamente sensato) y la correcta interpretación del talento innato que debe poseer el hacedor de arte. La tendencia a la ignorancia, aunque no implica necesariamente la capitalización que se mencionó con anterioridad, si se mantiene en una línea que empobrece la calidad de las obras, ya que las priva de una correcta formulación con respecto a la historia del arte y su contexto.

El espectador: alguien que mira, pero no ve

La persona que recibe la obra y su contenido, es parte importante de la relevancia del arte dentro de la cotidianidad, los criterios de popularidad de lo que es deseado han cambiado a lo largo de la historia y esto no exceptúa a las manifestaciones artísticas.

Al enfrentar al espectador al nuevo arte, no sería raro que emitiera las críticas que presentamos inicialmente en el desarrollo, ya que contamos con alguien indispuesto a la experiencia estética, ignorante del contexto de la obra, presuntuoso con respecto al valor del arte (ya sea monetario o de otra índole), pero esto no es un problema del arte en lo absoluto, no es su fin ser útil, deseado o valioso.

Personalmente, no creo que el arte este perdiendo sentido o significado sólo porque tiende a alejarse del ser humano y su momento histórico, me parece fascinante la forma en que se articula para significar en sí mismo. Se trata de un proceso donde se cruzan no sólo las disciplinas artísticas como se ha visto con anterioridad, sino que se han creado nuevas formas de expresión como el performance o el arte digital, todo esto, no sólo de la mano de un cambio en la forma del pensamiento estético o filosófico, también en conjunto con la tecnología. Los temas para hacer arte también se han expandido, ya que la mentalidad de las personas ha ido cambiando gradualmente.

No podemos condenar lo desconocido por no entenderlo y más si no estamos dispuestos a aprender, pero, más que eso, es importante considerar el dejarse llevar por el arte, ya que, si no estamos dispuestos a abandonarnos de vez en cuando a la experiencia que la obra nos da, hay una parte muy importante que nos estaremos perdiendo siempre. No todo tiene una razón, una utilidad o un precio, sin embargo, puede ser muy valioso en maneras que no podemos imaginar de otra forma que no sea a través del arte.

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