
En la agenda política de la actual administración, se encuentra el aclamado tema del avión presidencial, que por más que pasan los años, no se le ve fin.
A finales del sexenio del expresidente, Felipe Calderón, el Estado mexicano adquirió una aeronave bajo el costo de entre dos mil y tres mil millones de pesos. El avión podía dar servicio a 280 personas, pero fue modificado para atender a 80. Tras dicha adecuación, este cuenta con una oficina, una sala de juntas, una recamara de lujo, pantallas digitales por todos lados y por supuesto, los baños siempre tienen papel.
En diciembre del 2015 y como campaña publicitaria del partido político (recién nacido en ese entonces) MORENA, Andrés Manuel López Obrador subió un spot a Facebook donde denunciaba el gasto desmedido que provocó el ‘José María Morelos y Pavón’, y a manera de propuesta política dijo “y en el 2018, lo vamos a vender”. La frase resonó fuerte en el país y de inmediato la opinión política saltó; como siempre, unos a favor y otros en contra. Este famoso comentario del actual mandatario mexicano no sería el único que causaría revuelo, pues a inicios del 2016, Obrador comentó: “este avión no lo tiene ni Obama”. Han pasado casi 5 años desde aquel primer spot, y a la fecha ni se ha vendido y se sigue hablando.
Según Andrés Manuel, es una ofensa para el pueblo mexicano, tener un avión de tal magnitud cuando hay cifras altísimas de pobreza.
“Ya está prohibido andar en avión, en helicóptero, ahora todo es a ras de tierra, estamos vendiendo el avión presidencial, lujosísimo, me da hasta pena hablar aquí que hay tanta pobreza de las extravagancias de los lujos de ese avión que no debieron comprarlo, nada más que tenían una mentalidad faraónica los que gobernaban el país”, dijo Andrés Manuel durante la visita que hizo a Oaxaca a principios del año.
Poco después, el mandatario mexicano tuvo la idea de rifarlo. Pareciera que cada que el tema se enfría, hay que salir a decir otra barbaridad para generar revuelo y controlar la ola de información mediática, y fiel a esa tendencia, en medio de una crisis económica, de salud, de seguridad, etc., el pasado 27 de julio, se llevó a cabo la famosa mañanera en el hangar donde se resguarda el avión, con el fin de demostrar (otra vez) que el avión es “monumental, faraónico y desde luego es un insulto al pueblo de México, habiendo tanta necesidad y tanta pobreza este lujo». El mensaje ha sido muy claro, un gobierno de un país con pobreza no se puede dar lujos de esa magnitud.
Las cifras del CONEVAL establecen que en el 2018 hubieron 52.4 millones de personas en situación de pobreza, lo que equivalía al 41.9% de la población; mientras que, en el 2008, era el 44.4% la que vivía en estas condiciones. Los números no mienten, la pobreza es un problema real en el país y la venta del Boeing 787-87, aparentemente contribuiría a la lucha por cambiar la situación. Pero, ¿cómo?, si además hay muchos elementos que complican su venta, como el hecho de que es un avión muy personalizado y poco rentable para aerolíneas, o simplemente el hecho de que para enero del 2020, el Gobierno Federal todavía le debía dos mil 724 millones de pesos al Banco Nacional de Obras y Servicios Públicos (Banobras), por la liquidación de la aeronave.
Entonces, ¿por qué hablar durante casi 5 años de una venta que es difícil que suceda? ¿Por qué es tan famoso este tema? La estrategia política de muchos gobiernos en el mundo es ganar popularidad de una u otra forma, tal como lo explicó Salvador Dalí: “Que hablen bien o mal de mí, lo importante es que hablen de mí […]”. Y esta no es la excepción. Hacer aseveraciones de esa índole 2 años antes de que empezara el proceso electoral, sin un plan real de acción, solo habla de que la intención de Obrador era (y al parecer sigue siendo) mantener la popularidad, el que hablen de él, bien o mal, pero que hablen.
Los políticos suelen ser personas inteligentes que saben cómo manejar la información mediática en el país, ponen temas en nuestras bocas que ni siquiera consideramos importantes (aquí estoy yo, hablando de esto). El avión presidencial es uno de esos temas, meramente mediático, retórica política para ganar simpatizantes, porque como ya sabemos, ni se vendió en el 2018, ni en el 2019, no se venderá en el 2020, y cuando se venda (si se vende), no disminuirá la pobreza y solamente será el culmino perfecto de una estrategia que ganó simpatizantes y desvió la atención cuando tuvo que hacerlo.