
La realidad de nuestro entorno se está cayendo, ante nuestros ojos, en finas grietas donde todos somos presente de ello, y la tristeza de que no se puede lograr mucho; violencia, desempleo, desabasto y ahora hasta recortes gubernamentales, es lo que estamos viviendo. Desde que tengo uso de conciencia recuerdo vivir en un entorno sucumbido por el miedo, extrañamente hemos aprendido a vivir con él, incluso absorberlo como parte de nuestra identidad en un “es lo que diario pasa”, sin embargo, nos encontramos en medio de una pandemia mundial, eso incrementa ese temor en grados alarmantes, ahora el temor no solo se encuentra en la calle si no en el mismo hogar, donde ese espacio seguro se ha transformado en una constante amenaza a tu propio entorno, tan solo en los últimos tres meses las llamadas a las líneas de apoyo psicológico han aumentado en más de un treinta por ciento.
Ansiedad y temor por lo que está pasando afuera, pero también dentro, donde una pregunta constante es «¿Y qué sigue después de esto?». No adelantándose en un mes, ni siquiera a una semana, si no al constante mañana, la frase vive tu día como si hoy fuese el último, ha tenido mucho hincapié en estos tiempos, excelente vivir el último día en medio de una crisis mundial y presión propia ¿cuántas son las familias que hoy se han quedado en total desabasto? Reflexionemos, si realmente ellos se preocupan por vivir lo máximo su vida, absorbida en una preocupación con desempleo y sin saber que va ser de sus vidas.
Juan Antonio Domínguez, un amigo familiar, comentó por la crisis económica que está sufriendo, ya que en abril, al término de las vacaciones de semana santa, fue despedido sin motivo alguno, quedándose sin prestaciones y desde esa fecha le ha sido muy difícil encontrar empleo, por dos cuestiones: edad y padecimiento crónico, siendo el pilar económico de su hogar mediante una nota de voz expresaba “no puedo quedarme sin hacer nada, mi familia necesita comer y mis hijos seguir estudiando pero mi patrón me amenazó que si demando así me iba a ir pero híjole señorita cómo cree que voy a tener para un licenciado si apenas tengo para comer”. Y recordemos el supuesto “apoyo” que «cabecita de algodón» o «Piggy Piggy» dio al inicio de la pandemia en el estado de Guanajuato, ya que iba a estar de la mano completamente con el pueblo, es ahora donde la población entera se pregunta y reclama aunque sea una pequeña ayuda, no solamente monetaria, los guanajuatenses exigen un entorno sano donde su gobierno los apoye de manera real y no con un payaso que solo va a tomarse fotos después de una denuncia social.
Y no olvidemos a la población infectada por la enfermedad de moda, una realidad que estamos afrontando con día, los números de fallecimientos van en ascendencia que supera a las pruebas realizadas por día, incluso cada vez son más cercanos a nosotros, una elemento del sector salud que se mantuvo en el anonimato, hace unos días me comentaba la crueldad que viven las personas hospitalizadas a causa de esta pandemia, que en su mayoría han sido por contagios de su mismo entorno, explicando cómo entran, pero son pocas las veces que retornan, despidiéndose de forma virtual de sus familiares y sin poderlos volver a ver nunca más, dejando en ellos múltiples capítulos inconclusos: «No sabes lo difícil que es escuchar de una persona tomando tu mano y diciéndote doctora es que no me quiero morir«.
«El personal médico es insuficiente, tenemos desabasto en equipo, medicamentos y poco a poco los sectores en Guanajuato se están saturando y dejando morir a personas, es algo que no podré quitar de mi mente en toda mi vida y que ante tus manos no puedes hacer mucho, por la censura que se nos da”
Pareciese que la población lleva una venda en los ojos en esta época de crisis humanitaria y sanitaria; el centro de la ciudad en su máximo apogeo, familias enteras de compras sin la mínima protección, se podría seguir dando múltiples ejemplos, aunque ya nos damos una idea sobre qué sector estamos abordando, honestamente es desgastante ver el esfuerzo que hace una parte de la población para poder reactivar completamente su propia sociedad, porque es una situación en la que ya ni los mismos gobiernos les interesa su pueblo, pero no es una cosa que nos sorprenda a estas alturas, y que exista una parte tan ignorante e incluso “vale madres” como usa el propio mexicano, dando a entender que sí ni su propia madre le interesa, no tendrá interés por nadie más “ya que es una treta política” decía el vendedor que va de tianguis sin ninguna protección ante sus clientes.
Ahora mi perspectiva ha cambiado cuando me convertí en posible portador, sin salir de casa y llevando medidas de prevención, llevándome a un grado de ansiedad, diariamente preguntándome constantemente ¿Seré portador o qué sigue después que si lo tuve? Ya que el mismo personal de salud se encuentra en constante temor por la reacción mutante de este virus. Hablamos de la propia marginación social que enfrento por la propia familia, que gracias a la desinformación, ignorancia y noticias falsas, me han llevado y consumido a tal grado de miedo en poder salir a reintegrarme a la sociedad, cuando he demostrado que soy negativa, pero la sociedad misma me voltea a ver con miedo, como si la familia completa irradiará el virus.
El consumo de redes en difusión de notas falsas es tan grande que optamos por continuar en el hogar, hemos cambiado en ver la vivienda como una seguridad a desconfiar en ella misma, incluso atentando por nuestras propias vidas por el uso excesivo en productos sanitarios, por el horror de que ese virus vuelva a nuestro hogar.
Aprender a reflexionar en el consumo saludable de redes, noticias y no creer todo lo que internet escribe, debería de ser la regla número uno para aprender sobre la importancia de la salud mental en cada uno de nosotros, para poder afrontarse ante la emergencia sanitaria. Pero ahora todo este viaje en descartar o no el ser portador, me dio la oportunidad de llevarme grandes sorpresas: No he visto que alguien esté comentando que algunos elementos de salud se encuentran lucrando con las propias pruebas. En mi visita a uno de los tres lugares Raúl F., parte de la brigada de detección, expresó su inconformidad en cómo el sector salud del estado de Guanajuato, se encuentra contabilizando donde supuestamente se «hace una cantidad de pruebas», siendo completamente falso y que propios compañeros de él, brincan las citas programadas mediante vía telefónica, por una “mochada” pasan a los familiares de conocidos, siendo los más afectados las personas de escasos recursos y mayores por la situación, hablamos que están siendo ignorados, viéndose en la necesidad de acudir (si es que su economía lo permite) a los pocos laboratorios del estado, donde varios han costeando de manera excesiva los exámenes de detección y otros se encuentran saturados para agendar citas, donde incluso tardas días en encontrar disponibilidad. Sin olvidar los charlatanes ofertando medidas sin certificación o conocimiento en el tema, exponiendo la salud de personas que buscan medidas de protección.
Esto se está convirtiendo en una emergencia muy grave a la que nos estamos enfrentando, este medio es para hacer una denuncia a la ola tan grande que nuestra identidad vive, no son inventos o excusas que se están expresando aquí, a esto se le llama realidad de distintas perspectivas, la que las personas día con día se están enfrentando en esta pandemia, el nivel de desgaste que va más allá del problema salubre.
La población se encuentra sufriendo en cualquier medida a un problema y puedes sentir la rabia en su voz o mirada cuando te hablan de ello. Existirán algunos cuestionamientos o inclusive nunca falta la persona ignorante que va a decir que no cree en ello o que no es real y dirá que los números exhibidos son fantasma del gobierno, que es su problema. Cuestiónate en quién tiene el grado mayor de responsabilidad antes de expresar tu opinión en defensa de algún mandatario, cuando al poder del estado y el gobierno en general le están dejando de importar las vidas humanas, es un problema que como sociedad debería de interesar, para protegernos a nosotros mismos entre todos, la responsabilidad inicia con uno mismo, estamos en una época de reflexión, no permitir o dejarse llevar por el “no conozco quien le haya atacado”. Sé el freno para la construcción ética y moral para la sociedad. El precio de vivir con el coronavirus en este lugar llamado Guanajuato, México, es algo que todos estamos pagando.