Guanajuato te amo, pero me decepcionas

Ilustración: Ángel Flores
Ilustración: Ángel Flores

Indagando en el periódico de mayor circulación en León, se ve en la portada artículos referentes a la pandemia y como está afectando varios aspectos sociales, desde eventos sociales, internacionales, acuerdos con bancos y medidas de prevención. En la contraportada, en un cachito de espacio, se lee “14000 casos, 790 muertes”. Número que no logran describir la magnitud de lo que representan.

Dentro, en la sección principal, artículo tras artículo de asesinatos y muertes sin nombres, de injusticias sin culpables, y héroes que no actúan. En la sección de debate, de una forma casi cómica, se discute de quien es el responsable, y que se pudo hacer mejor para evitar haber llegado a este punto. En deportes se anuncia un nuevo torneo que el León organizó de manera amistosa, a pesar de que ya van varios miembro de equipos distintos han resultado positivo en sus pruebas de Covid. Mientras tanto, afuera la vida sigue sucediendo, el curso de las cosas se torna obscuro y cada vez quedan menos caminos.

En ese mismo ejemplar del periódico, hay un anuncio especial que cuenta con su propia sección independiente, cubierta de celofán, como si fuese un regalo, el cual contiene un catálogo y promociona una “Expo” de muebles que toma lugar del 17 al 27 de julio. Uno de las promesas dice “Ahora solo en tienda” haciendo referencia a sus productos, incluso incluyendo cupones para atraer compradores. Claro, en la primera página nos muestra las medidas de seguridad que se llevaran a cabo, con un alto “rigor”. La misma editorial que nos advierte, de manera deshumanizada las catástrofes que están ocurriendo allá afuera, nos invita de la manera más cordial a asistir a este evento “único”.

Al regresar a mi trabajo como vendedor en la zona piel, me encuentro con un compañero que, de manera burlesca, que me pregunta “¿Has conocido ya a alguien cercano que se haya enfermado del Corona? ¿Crees que esto de la pandemia es real?”. Su pregunta más que sorprenderme, me decepciono, fue ahí cuando me di cuenta que el problema es más grave de lo que creía, y por razones que ignoraba.

El regresar para mí, y para muchos otros, a ese espacio era una forma de revindicar la esperanza que se tiene en un aparente “regreso a la normalidad”. El sistema apoya esta idea ingenua de volver a laborar en un ambiente tan inestable como el de ahora. Y mientras esperaba a los clientes, que nunca aparecerían, descubrí que ni los vendedores, ni los compradores estamos capacitados para estar ahí. Yo me volví parte del problema. ¿Es para el consenso general todo este alboroto una simple cuestión de matemáticas? ¿Dónde quedo nuestra humanidad? ¿No seguiremos peleando por “quien tuvo la razón”, en un acto de arrogancia, mientras allá afuera se siguen cobrando victimas por nuestra ineptitud?

Pues, incluso si volvemos a una “normalidad”, siguen prevaleciendo los casos de violencia, de corrupción en los altos mandos en las escuelas, la discriminación, y la indiferencia que se tiene a nuestra juventud que cada día se cansa más y más con su entorno. Pues al final para ellos solo somos un número que solo sirve para la política.

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