
El término «tercer mundo» fue inventado por Alfred Sauvy para llamar a los países que no tomaron ningún bando durante la Guerra Fría; paralelo a este existe otro término que hace referencia a los no privilegiados durante el feudalismo, «Tercer Estado».
Un poco sádica la elección de palabras del señor Sauvy si me lo preguntan.
La verdad es que latinoámerica nunca tuvo oportunidad de escoger a sus aliados durante la Guerra Fría porque fueron ellos quienes nos escogieron, y lo que es casi más triste, aquellos países que sí tuvieron la oportunidad nunca pensaron realmente a quienes querían de su lado, sino a quienes no querían tener por enemigos.
En este mundo cruel no nos definen nuestros aliados, no nos podemos ni definir nosotros mismos, no, nos definen nuestros enemigos. Todo esto me hace pensar: ¿Es acaso aquel bellísimo principio de autodeterminación y no intervención de los pueblos lo que nos hace pobres a los mexicanos?
Me encantaría poder presumir que vivimos en un mundo donde el que a nadie oprime vive sin ser oprimido, pero después volteo al sur, a todos aquellos países que nunca tuvieron una oportunidad de conquistar a nadie, ahogados hasta el cuello por el neoliberalismo y otros experimentos yanquis fallidos.
En un escenario así, en una sociedad corrompida por la pobreza es natural que aspiremos a ser «primer mundo», similar al Síndrome de Estocolmo donde el secuestrado se enamora de su secuestrador alabamos al opresor olvidando que para llegar a ser como él, necesitamos un pueblo hambriento que nos de lo que le hace falta para poder comer bien.
¿Por qué se muere el pueblo de hambre?
Tao Te King LXXV (Lao-Tse)
Porque los de arriba les gravan con exceso.
Por ello se está muriendo.
Si ese es el costo yo no quiero ser primer mundo. Si para poder vivir sin violentar a nadie debemos de renunciar a los lujos lo acepto, pero qué importa lo que haga yo, lo importante es lo que hagamos todos juntos.
Algún día, espero, el pueblo de México y toda latinoámerica se dará cuenta de que no podemos ser los Estados Unidos, de que no queremos ser los Estados Unidos, y entonces y solo entonces, construiremos nuestro propio sistema económico latinoaméricano y dejaremos de ser pobres, no para que nos consuma la abundancia, sino para sobrevivir en la sabiduría y la moderación .
¡Ay del pequeño país con poca población! Aunque posea aparatos mecánicos eficaces, la gente no los utiliza. Deja que se preocupe de la muerte y se abstenga de emigrar a lugares lejanos. Tal vez haya todavía carros y barcos, armas y armaduras, pero ninguna ocasión de utilizarlas ni exhibirlas. Deja al pueblo volver a comunicarse anudando cuerdas. Procura que esté contento con su comida, complacido con su ropa, satisfecha con sus casas y siga acostumbrado a sus maneras sencillas de vida. Aunque pueda haber otro país en la vecindad, tan cercano que ambos están a la vista el uno del otro, y puedan oírse recíprocamente el canto de sus gallos y el ladrido de sus perros, no existen relaciones, y a lo largo de sus vidas los dos pueblos no tienen nada que ver entre sí. - Tao Te King LXXX (Lao-Tse)