
Siglo XXI, revolucionando por su grandeza, dándole voz a aquellos que habían sido callados por mucho tiempo, denunciando los abusos y tragedias que han acontecido durante los años, una generación que ya no tiene miedo de protestar sobre lo que le está sucediendo. Pero como todo, siempre va a existir un sujeto o varios, que trata de sacar provecho sobre lo acontecido, dándole forma a su antojo: los medios de entretenimiento.
El abusar o lucrar a raíz de un movimiento parece ser el pan de cada día en las redes sociales, donde más que apoyar una causa o movimiento se busca el protagonismo, mostrando la falta de empatía por algunos de ellos.
La búsqueda del estelar siempre ha estado presente, hemos sido espectadores de campañas o movimientos falsos, ahora más que nunca cuando el mundo está emergiendo de un silencio, pero, ¿qué está pasando? Encontramos desde celebridades influyentes pidiendo que te quedes en casa a causa de la pandemia mientras cantan cielito lindo, cuando la realidad del mexicano es que vive bajo un salario mínimo o de plano viviendo al día. Somos víctimas de todas las campañas publicitarias de empresas que piden salir solo a lo necesario cuando desde el confinamiento sus precios han aumentado un treinta por ciento y en la mayoría de casos el sueldo se ha disminuido casi el cincuenta por ciento.
¿Cuál es la realidad de los medios? Parece ser que muestran los acontecimientos y apoyo de alguna forma, pero caen en el rotundo fracaso viéndolo desde un entorno realista. Pocos han sido los medios que verdaderamente se han preocupado por lo que pasa en la sociedad, inclusive a muchos medios se les olvida por el momento el alto riesgo que estamos pasando por mantenerse enfocados en un sector que ha servido como aprendizaje para todos: una situación con un contexto indignante. Se olvida de la realidad propia porque pareciese que al medio nacional no le interesa su entorno.
En México se viven diariamente las afectaciones que se muestran mundialmente, de manera decepcionante se da la espalda para continuar observando a otros sectores, que bien sirven para inspiración de muchos a levantarse en voz y expresar las injusticias que por mucho tiempo han callado, pero para otros pareciese incomodar, negándoles y denigrando a los protestantes en el medio, llamándoles con insultos de raza hasta posición socioeconómica con la famosa frase “en México no pasa eso” o “yo nunca lo he visto” , cuando en realidad la injusticia en nuestro país va cada vez más, son un aumento de cifras alarmantes, pero cuando es en otra parte del mundo, estas mismas personas salen a mostrar su empatía cuando lo ideal sería preocuparse por su propio entorno.
Y bien se habla aquí de medio pero no solo refiriéndose a los noticieros, sino a las diversas plataformas y personas con poder influyente que hoy sirven para la difusión e incluso tienen mayor alcance que los propios de “confianza”, hablamos de las redes sociales.
Hoy en día son el mejor medio para mantenerse informado de algún acontecimiento, pero esta misma expansión resulta ser un total fiasco para muchos. Si bien la idea de expresión siempre debe de ser libre, ya que el ser siempre por naturaleza busca expresar el sentir de lo que acontece en su entorno mediante recursos textuales y/o plásticos, lo encontramos desde la caverna de Chauvet, el ser del siglo XXI expresa en todo momento y más con esta expansión digital pero ahora los medios se han encargado de manipularla a su conveniencia, mostrar una falsa empatía con muchas situaciones e incluso cayendo en el lucro.
El problema se encuentra, en la mayoría de ocasiones, gracias a estas personas influyentes, tomando postura o protagonismo en situaciones que no han vivido. Si bien es una forma de empatizar y ponerse en los zapatos del otro, la realidad detrás de ello es otra y con esto a percepción de muchos cae a una broma o un chiste y no se toma con la seriedad posible el tema. No es culpa del movimiento si no de la persona que hace difusión de ello encontrándonos con dos matices muy importantes dentro del medio.
Es importante destacar que si bien muchas plataformas, gracias a ello, han servido como apoyo o han mostrado solidaridad e inclusive mostrando lineamientos, el capitalismo y consumismo siempre estará detrás de la imagen. Se busque lucro o no, pareciese que las formas de apoyo quedan a la mitad sin fortalecerse concretamente, dejan ver lo mediana que se encuentra la empatía en nuestro tiempo.
Son válidos algunos planteamientos donde a estas plataformas no les corresponde involucrarse, pero si es a través de la imagen pública que se está otorgando este sentimiento de interés, si se mantienen en estado neutro la respuesta es que a cierta parte de su sector no le va a parecer estar perdiendo una parte de su consumidor, de aquí la importancia de hacerse la pregunta: ¿Qué es lo que realmente buscan los medios?
Estamos viendo el mundo colapsar ante nuestros ojos gracias a los medios, pero inclusive viendo lo alarmante que es todo esto, pareciera que no se da la importancia que se pudiera dar contribuyendo con pequeñas acciones en nuestra sociedad, se pueden lograr acciones en cosas personales, como la educación propia al expresarse de una persona, acatar las medidas de prevención, ser prudentes con lo que se visualiza en los medios, etc. Es muy importante cuidar la información externa que capta el cerebro y repercute en las acciones, compartir información como post o hashtag que sea influyente y que ayude a la buena difusión, sin caer en el circo de los medios, ya que siempre es uno mismo el que decide que ver o que no.
Finalmente, siempre se es libre de apoyar cualquier movimiento que se desee o se encuentre identificado y expresar lo que sientes, pero teniendo en cada momento la responsabilidad social que esto conlleva, aunque no seas una persona influyente siempre tendrás un sector observándote, por ello evitar buscar este protagonismo mencionado previamente, no lucrar con los movimientos es parte esencial de la educación como individuo y como sociedad que está en búsqueda de ser mejor, emergiendo de la tragedia.
“Quienes se lucran de la miseria, no merecen respeto” – Pablo Hasel