
A principios de diciembre del año antepasado, me encontraba con Rolando Ramos y Abraham Heredia –también articulistas de NQFP – viajando a Guanajuato Capital para presenciar el estreno de la película mediática “Roma” la cual –como recordarán – no tuvo un estreno convencional, pues su principal estreno fue en la plataforma Netflix y para verla en pantalla grande se tuvieron que improvisar salas y a su vez, estas tuvieron que conseguir un permiso de distribución y el equipo necesario para cubrir las exigencias sonoras de la película, todo esto gracias al excelente modelo de marketing del equipo de Cuarón en conjunto con la ya mencionada plataforma.
Cuando íbamos en el camión que nos llevaría a la capital, en un momento de reflexión íntima para los tres, Rolando volteó a vernos a los dos y dijo:
“No sé si lo saben, pero estamos a punto de presenciar un cambio histórico para el cine”
Ni Abraham ni yo, parecíamos estar en desacuerdo con el comentario acertado de Rolando, supongo que ya lo sabíamos y él nos hizo el favor de externarlo. Nunca voy a olvidar esas palabras exactas.
A año y medio de eso, los tres y todo el mundo, estamos siendo partícipes de otro momento histórico, no solo en la historia del cine, sino de la humanidad; la pandemia.
Como todo suceso que deja huella en la historia, afecta más modalidades ya establecidas; no solo cae el meteorito, cae y levanta la tierra para aventarla a los lugares más remotos, extinguiendo así diversas formas de vida de un solo golpe. Esta vez, quiero referirme al cine, más expresamente, a la propia experiencia de ir al cine, o como Joël Augros lo denomina, “Theatrical”.
Incluso antes de que la pandemia impactara al mundo, la industria del cine ya veía con ojos de preocupación el futuro, distintas declaraciones de personalidades pesadas en este ámbito delatan qué tan alarmante es para ellos la fuerza de diferentes plataformas como Netflix, Amazon Prime Video, Disney +, Hulu, Apple TV y la nueva modalidad de YouTube, que ya producen contenido original para ver series y películas en streaming. Mucho de esto se puede leer en el artículo que realizó Kyle Buchanan para el New York Times en junio del 2019, de donde les muestro la cita que le sacó a Jasón Blum (Productor de “Get out” y Whiplash):
“Nunca había sentido la energía nerviosa en Hollywood que he sentido en los últimos 12 meses, y eso incrementa cada día. Hay una incertidumbre sobre el futuro, porque el cambio está pasando de una manera dramática.”
Otros ejemplos rápidos por mencionar, puede ser la campaña contra Netflix a manos del productor y director Steven Spielberg, el antiguamente conocido como “El Rey Midas del cine”, para evitar la promoción de este tipo de películas de streaming en la ceremonia de los Oscars, que en parte fue efectiva, pues se ignoró por completo a “The Irishman” de Scorsese o que injustamente no le hayan dado el premio a “Klaus”, aunque también fue una campaña nula, pues se logró sus respectivas nominaciones.
Esto sin contar otros posibles riesgos para el cine, aunque estos se ven en un futuro no tan próximo, como lo es la realidad aumentada; el director mexicano, Alejandro Gonzalez Iñárritu, para el 2017 estrenó “Carne y arena”, un cortometraje en realidad virtual donde el usuario se volvía parte de la historia, pero para ello, se necesitó de instalaciones especiales, con un numero bastante bajó de posibles espectadores, pues tenía que verse de manera individual y el costo de producción y distribución resultó exageradamente caro.
Todas estas angustias reflejadas son porque se atenta contra la manera tradicional en la relación Producción/Distribución que ha venido teniendo el cine en estos más de cien años de existencia, poniendo en riesgo la forma de mercado, que yo podría calificar como mero capricho de las grandes productoras, mientras lloro por la inevitable progresiva desaparición de los hermosos santuarios colectivos; las salas de cine.
¿Quién no ha disfrutado la enormidad de las pantallas? ¿Quién no adora el momento de suspenso cuando apagan las luces? ¿Quién no ha tenido una cita en el cine? ¿Quién no tiene un sabor favorito de palomitas? ¿Quién no ha sentido la emoción casi de película de meter comida de contrabando? ¿Quién no ha sentido calma cuando todos en la sala lloran juntos? Incluso, ¿quién no ha tenido un faje memorable hasta atrás de las butacas? Todas estas interrogantes, pronto desaparecerán y con ellas, borrarán un poco, la magia del cine.
¿Cómo la pandemia afecta al cine?
Lamentablemente, incluso si las respuestas a las preguntas anteriores te resultan irrelevantes, la pandemia viene y te vuelve a golpear en la cara; las películas próximas a estrenarse antes de que el Covid atacara, se quedarán enlatadas hasta que todo mejore, otras tantas, como es el caso de «Trolls 2«, tuvieron un estreno en streaming, y los calendarios programados para las siguientes premieres se recorren, desplazando la temporada de las películas de autor y dando prioridad a los megablockbusters.
Las pérdidas millonarias que las productoras están reportando no es cosa fácil de asimilar, las productoras, grandes y pequeñas, tendrán que asimilar el gasto que las películas no estrenadas aún no recuperan, teniendo que volver a invertir en campañas de publicidad para que la gente se vuelva a interesar en ver sus películas además de luchar, de alguna manera, con el miedo de la gente para asistir a eventos aglomerados, como lo es ir al cine.
Respecto a las siguientes películas en la agenda a producir, obviamente se deberán de seguir las reglas de salubridad, por lo que el número de personal en el set tendrá que ser más reducido, alargando el tiempo de producción y por lo mismo, el costo de estas.
Aunque esto afecta parejo a las productoras, por obvias razones, las menores serán las más afectadas, teniendo que acudir al estreno en streaming, reduciendo así sus gastos y sus producciones en fila, si es que estas no afrontan su extinción y con ello, la muerte de películas innovadoras o con propuestas artísticas. Los peces gordos de las películas refritos, se comen a las pequeñas con alma.
¿Adiós a Midsommar? ¿Adiós a Parasite? ¿Adiós a Whiplash? ¿Adiós a Irreversible? ¿Adiós al Theatrical?
Sería muy arriesgado predecir un futuro a largo o corto plazo, pues como lo demostró «Volver al futuro II«, aún no hay autos voladores y ya pasó 2015, posiblemente todo este horrendo panorama de cine en el teléfono y películas remakes o de secuelas interminables solo quede en la preocupación, pero por lo pronto, el cine atenta a perder algo que lo vuelve esencialmente cine.