¿Por qué SinEmbargo y Animal Político están tan subestimados?

M.J Watson* (aporte de colaborador externo)

Fotografía: Rolando Ramos Cardona

La brecha entre el ruido de opinión y el análisis crítico de los hechos en la sociedad mexicana a nivel virtual es cada día más extensa. Y no es que todos los países del orbe tengan un portentoso ejército de cibernautas reflexivos y conscientes de la realidad política de sus respectivos Estados; es sólo que sus líderes de opinión, periodistas y pensadores mediáticos, están muy por encima en nivel que los nuestros.

Antes de malinterpretarme a mí mismo pidiendo que no me malinterpreten, tengo que afirmar que en México si hay mentes capaces de construir, guiar y fortalecer, no sólo la opinión pública, sino la situación política misma; el problema es que estas personas no son mediáticas para el grueso de la población ni tienen la capacidad para convertirse en parte del establishment.

Podemos prender el cable en MTV o poner videos de Badabun en Youtube para entender cuál es la relación entre lo que consume el público masivo y lo que significa la palabra “crítica” para cualquier individuo que haya buscado su significado en el pequeño Larousse, y aun esto no basta para establecer la gravedad que tiene la simbiosis que el entretenimiento basura adquirió con la falta de criterio específicamente en este lugar del mundo.

Muchos intentan cuantificar este problema con la cantidad de libros leídos por habitante por año, pero es completamente cualitativo y cuenta con diversos factores. Es la concepción de practicidad inculcada por una educación industrialista asimilada en los núcleos familiares la que me parece el principal responsable de esta situación.

En un escenario en el que las capacidades mejor valoradas son aquellas centradas a la resolución de problemas prácticos, se olvida el complemento analítico que explora las dimensiones más abstractas y complejas de los mismos. Sin finalidad aparente, la curiosidad se limita a la exploración de lo tangible, de lo visible. Un ejemplo de esta estructura está en la paridad entre la valoración económica de un físico y de un ingeniero, la cual ha trascendido al nivel social, siendo que la aplicación no puede crecer exponencialmente sin el fundamento teórico.

Cuando el pensamiento descubre una manera de llevar a cabo una tarea determinada, se procede a establecer un sistema. Un proceso. Este suceso, capaz de repetirse para mantener una producción –una finalidad- hace innecesaria la actividad reflexiva para conseguir dicho objetivo, lo que lleva al supuesto de no requerirla más.

Como consecuencia, nos habituamos a ejercer un análisis llano que sólo responde a fines prácticos de corto plazo. Como ejemplos están la liga mexicana de fútbol, que recientemente abolió la segunda división, atentando contra el principio competitivo del deporte en pro realizar negocios de bajo riesgo y alta especulación –así de paradójico, pero es tema para otro análisis-; o el mismo tratamiento de las artes a nivel social, que en Norteamérica es de genialidad mientras que en México es de improductividad.

Por fin llego al punto. ¿Qué clase de lector podría sacrificar veinte minutos de ocio en informarse detenidamente sobre un tema de interés mediano enfrentándose a argumentos, fuentes, análisis, palabras rebuscadas, datos, párrafos repletos de más y más datos o preguntas de igual o mayor extensión que esta de aquí? Definitivamente sólo uno dispuesto a publicar disparates. ¿Para qué?, ¿por qué?, ¿con que finalidad? Eso es perder el tiempo, de flojos, de gente que no quiere trabajar. ¿Vas a salvar al mundo leyendo esto? (Gruñidos indistinguibles)…

Se escuchan los que hacen más ruido, los que usan trucos vistosos y hacen sentir inteligente a un público que se envanece en el ultraje y la humillación del otro. Se escuchan los cobardes y complacientes, los aduladores, los que aprendieron para imponer y no para instruir; siempre los que cierran, y muy pocas veces los que abren.

Reza una máxima de la publicidad “La brevedad cualquiera la leerá”. Otros rezan para que el amarillismo y los artículos de cien palabras monopolicen el imperio de la opinión. Y yo rezo para que estos dos pilares del periodismo –sí, con fallas amplias y puntos de mejora obvios- no se quiebren, para que aquellos, dioses del intelecto, se avoquen contra ellos, porque eso significa que los leen; para que nos sigan obsequiando párrafos a montones: datos, fuentes e hipervínculos a granel, aunque sean cuestionables, aunque pase más tiempo en páginas que en el Fortnite, aunque se me vaya la vida en construir puntos de vista que a nadie le importan, y que desecharé el día que se vuelvan insostenibles.

Aunque no nos alcance la vida para verlos conseguir su cometido, su tierra prometida, que todos sabemos, jamás llegará, y aun nunca, dejarán de perseguir.


* En NI QUE FUERA POLÍTICA recibimos aportes de colaboradores externos, no nos hacemos responsables por su opinión particular pero promovemos su libertad a expresarla. Más información en https://www.niquefuerapolitica.com/como-mandar-tu-aporte.

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