Piden ayuda, les arrojan piedras.

Fotografía: Mauricio Ara

Alguna vez mantuve una pequeña conversación con un señor mayor de 35, justo después de las protestas exigiendo accesibilidad a atención psicológica, por parte de la ITAM a finales del año pasado.

“Estamos aquí por la única razón de que tenemos una beca y no podemos salir adelante ¿Cómo chingados quieren que sino puedo pagar mi estudio aquí, pague 600 pesos para atención psicológica?”

Este señor, junto con una oleada más de personas en redes sociales, bautizaron al problema con el disfemismo “La generación de cristal”.

Quiero aprovechar los siguientes párrafos para plantear el contexto del problema que quiero abordar, y a su vez facilitar la redacción del mismo, usando otro disfemismo a manera de venganza irreverente e infantil, refiriéndome a esta oleada como, “La generación de Piedra”.

Inconfundiblemente esto es un ejemplo de la brecha generacional que existe y de la actitud reflejo de descalificar a la generación que sigue, cosa de la que se tiene registro desde la edad griega con Sócrates y el famoso pasaje donde llama “tiranos” a los jóvenes de la época, pasando por el choque en los años 60’s, las críticas constantes a los Millenials, y un sin fin de otros ejemplos. Aunque no creo que todo esto quede ahí, sino que el problema real o lo alarmante de la discusión, resulta ser la estigmatización de un fallo grave en la sociedad para con la atención psicológica.

Si es que los de piedra son capaces de minimizar el problema o simplemente no logran verlo, se trata de la falta de información sobre el asunto y por lo mismo no dudo que dentro de la discusión se hayan colado distintas generaciones, volviendo más peligroso todo esto.

El señor con el que hablé esa vez, recalcaba que en sus tiempos, solo hacía falta una botella y una fiesta para levantar sus ánimos, propio de alguien nacido entre la masificación de venta de libros, talleres, conferencias y vídeos sobre temas como la autoayuda, conseguir el éxito espiritual/financiero, la ley de la atracción y etcetera, etcetera. Esta perspectiva individualista difumina la realidad donde el balance químico en el cerebro no siempre es igual en todas las personas, donde no todos tienen las mismas facilidades y así mismo, no las mismas complicaciones.

En los últimos años, la información viaja de manera aplastante en contraste a como lo hacía antes, las noticias que tienen una mayor reacción por su naturaleza incómoda tienden a ser las de corte amarillista, de tragedia y horror dentro de la vida cotidiana, por lo mismo es lo que más se expone en redes sociales, que junto al incremento de violencia, termina desembocando de manera inminente en cierta histeria colectiva. El hecho de contar con redes sociales y crear un perfil sobre tu persona, orilla naturalmente a la comparación constante entre la vida falsa/perfecta entre unos y otros, sumado a el crecimiento demográfico, el calentamiento global, las amenazas de una tercera guerra mundial, la sobreexposición a la información, y la discriminación sexual, son problemas con los que la generación cristal ha estado expuesta desde sus años de maduración.

Con todo eso, me sorprende que no haya existido esta protesta un poco antes.

Para nada señaló que estos sean los únicos problemas, o que solo estos estén efectuando como detonante, esto es solo palabrería que espero algún miembro de la generación de piedra lea y pueda empatizar con sus ajenos y se solidarice con la causa, en su lugar sostengo que con el simple hecho de que nadie escoge tener alguna enfermedad mental y de que tratarla no sólo conlleva echarle ganas, si no que se requiere de atención especializada, debería ser suficiente razón para que se comience a ampliar la cultura de cuidar de la salud mental y el fácil acceso con psicólogos dentro del propio sistema, hay que tratar dejar de estigmatizar y ver como un tabú algo que puede salvar la vida de miles.

http://www.cop.es/colegiados/b-00085/escritos/historias/juventud.HTML

https://www.libremercado.com/2018-04-11/la-felicidad-tambien-se-vende-los-libros-de-autoayuda-mueven-cientos-de-millones-de-euros-1276616836/

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