
Los feminicidios ocurridos en las semanas anteriores de Fátima e Ingrid abren el diálogo (que aún no estaba cerrado) sobre lo que se está haciendo en el país con las situaciones relacionadas a la violencia de género.
A todo esto hay que comenzar por dejar claro qué es un feminicidio.
Según el artículo 325 del Código Penal Federal; comete el delito de feminicidio quien prive de la vida a una mujer por razones de género.
Se considera que existen razones de género cuando concurra alguna de las siguientes circunstancias:
- Que a la víctima se le hayan infligido lesiones o mutilaciones infamantes o degradantes, previas o posteriores a la privación de la vida.
- Existen antecedentes de cualquier tipo de violencia familiar, laboral o escolar del victimario en contra de la víctima.
- Haya existido entre el victimario y la víctima una relación sentimental, afectiva o de confianza.
- Cuando existen amenazas relacionadas con el delito, acoso o lesiones del victimario en contra de la víctima.
- La víctima haya sido incomunicada, cualquiera que sea el tiempo previo a la privación de la vida.
- El cuerpo de la víctima sea expuesto o exhibido en un lugar público.
Esto es lo que estipula la legislación mexicana para establecer lo que es un feminicidio, y en un lapso bastante corto tuvimos dos que por lo indignantes que fueron han paralizado al país.
Por una parte está el feminicidio de Ingrid Escamilla, de 25 años, mujer la cual falleció a manos de su pareja y su cuerpo fue expuesto en redes sociales y prensa amarillista, esto ocasionando que el sexismo en el caso la revictimizó y así la justificación de su asesino.
La indignación es por el trato mediático que se le dio a la situación mostrando imágenes morbosas y agresivas, una crueldad a la vista y como si a Ingrid y las personas de su entorno esto no significara un daño, y otra cosa que molestó aún más, fue el hecho de que Ingrid había denunciado con anterioridad que era víctima de amenazas y nadie hizo nada, dejando en claro la incapacidad de las autoridades del país y que no se están tomando acciones concretas para la protección de las mujeres.
Y por otro lado el feminicidio de Fátima, de tan solo 7 años, a ella la sacaron de la escuela el día 12 de Febrero y en cuanto su mamá se dio cuenta fue inmediatamente a denunciar la desaparición, según la Fiscalía General de Justicia de la Ciudad de México se activó la alerta Amber, pero la búsqueda no dio el resultado esperado; el cuerpo de la menor fue encontrado en una bolsa de plástico el 15 de Febrero al cual le hicieron cosas realmente aberrantes e inhumanas.
Estos feminicidos suceden en un país donde tan solo en 2019 asesinaron a 4,000 mujeres, esto pasa en un país donde según solo las cifras oficiales matan a 10 mujeres al día, y donde los asesinatos de mujeres en el país en los últimos cinco años han crecido un 137%. De los casi 4.000 asesinatos de mujeres reportados el año pasado, solo 976 se consideraron feminicidios, según datos del Sistema Nacional de Seguridad Pública.
Las protestas que surgieron a raíz de estos hechos, no son más que muestra de un hartazgo social que se viene arrastrando de tiempo atrás, donde las mujeres no hemos sido prioridad en su agenda, simplemente hemos sido parte de sus discursos políticos vacíos y promesas que no se van a cumplir, la violencia hacia la mujer manifestada en cualquiera de sus formas nunca ha sido prioridad verdadera.
El feminicidio no es solo el acto de privar a una mujer de su vida, va más allá, son las políticas deficientes del Estado para defendernos, son las revictimizaciones que se le hacen a las víctimas de violencia, son las omisiones que comete el Estado y que siempre se defiende a los agresores, son los casos de acoso sin atender, el cómo nos violentan en todos nuestros ámbitos y estratos sociales; son todo eso que pasa antes de un asesinato y todo lo que pasa después para que estos hechos se sigan dando.
»Los feminicidios son una falla en el sistema, una omisión perpetua y la legitimación constante de la violencia.»
Esta vez fueron Ingrid, Fátima y muchas otras de las cuales no tenemos nombres, pero esta realidad esta más cerca de nosotros de lo que creemos, nos tocan a una y nos tocan a todas. Merecemos seguir viviendo y que los feminicidios acaben, merecemos vivir en paz, sin miedo, que lo que por derecho nos corresponde sea garantizado; urge alerta nacional de género.