
¿Cuántas veces hemos escuchado que somos lo que comemos? ¿Cuántas más hemos escuchado que somos lo que sale de nuestras bocas o que nuestras acciones son las que nos definen? Cada uno de nosotros somos un cúmulo de tantas cosas que ni podemos recordar todo lo que ha influido en nuestra persona. Todo lo anterior es cierto, somos eso y también nuestras experiencias, nuestras relaciones, nuestra familia, etc, etc, etc. Pero hoy te tengo otra: somos el contenido que consumimos.
Cuando nacemos llegamos al mundo sin tener una idea de lo que es la vida, sin saber nada, con la mente en blanco y entonces empezamos a repetir acciones de nuestros seres más cercanos. Posteriormente adoptamos ideas, conductas, valores, etc., todo de alguien más. Dependemos de muchas circunstancias: del espacio geográfico donde nos tocó nacer, de la religión que profesan nuestros padres, de la condición socioeconómica de nuestra familia, del contexto cultural de nuestra época, de las tendencias que existen… Dependemos en sí, de la sociedad, y si solo nos quedamos con ser lo que las circunstancias dictaminaron que seamos, probablemente no somos quien queremos ser, solo quien nos tocó ser. Si un niño de medio oriente cuya familia practica el islam, jamás investiga por su propia cuenta lo que es el islam, seguramente será un musulmán más que solo es por ser; justo como si un niño mexicano, cuya familia practica el catolicismo, jamás investiga lo que es el catolicismo, seguramente será un católico más sin motivos personales.
A lo que quiero llegar es a algo muy básico: lo único que medianamente está en nuestras manos es lo que elegimos consumir. Digo medianamente, porque igual hay otros tantos factores que lo determinan, pero bueno, hoy en día tenemos acceso a un chingo de información y nunca hay excusa para no tener la iniciativa de investigar alguna inquietud que tengamos. El avance de la tecnología nos permite elegir si queremos ver una serie de calidad o ‘Exponiendo infieles’, si queremos que nuestro informante siga siendo alguna de las grandes televisoras mexicanas o investigar una noticia en tantos medios como sea posible, si queremos quedarnos con la información de los libros de texto que nos proporcionan en la escuela o si queremos enfrentar esa información con otras fuentes.
Hoy es mil veces más fácil que la información corra de polo a polo y si no aprendemos a beneficiarnos de eso, estaremos desperdiciando una enorme oportunidad de moldear el chip a lo que más nos guste y hacer el intento de dejar de ser lo que nos tocó ser.
A más de una persona nos ha pasado que volteamos hacia atrás y nos sorprende cuánto hemos cambiado, y la satisfacción que se genera cuando sabemos que ese cambio lo provocamos nosotros y que estuvo en nuestras manos el hacerlo es indescriptible, porque se llama trabajar en ti mismo. Después de todo cada quien es responsable de sí y de lo que comparte con los demás. Responsabilizarnos sobre lo que consumimos nos hace conscientes de lo que queremos transmitir a los demás.
Entonces, pónganse a leer, a ver, a escuchar y elijan que todo eso sea algo que les guste, pregúntense porqué les gusta y qué les deja, decidan si invertir su tiempo en algo hueco vale la pena, cuestionen sus creencias, sus valores, generen dudas y resuélvanlas, cáguenla y aprendan, conozcan lo más que puedan, y elijan qué van a consumir. Elijan a consciencia, se los dice alguien que a los 12 años creía estar seguro de que iba a ser pastor y hoy intenta escribir bits de stand up y tira mierda a políticos en internet. Iba ser pastor porque era lo que había conocido, lo que me había tocado ser, mas no lo que quería ser. Elijan qué quieren ser… sí, como Barbie.
“Solamente puedes aprender si tú mismo te abres a diferentes fuentes de información.”
-Frank Tankerton