El reggaetón me da fe en la humanidad 

Ilustración: Carlo Ornelas

El reggaetón me da fe en la humanidad. Este enunciado podría ser casi ofensivo para muchas personas que denigran el género, incluso a las personas que les gusta el reggaetón podría causarles incomodidad la frase. Después de todo, «barrer el piso con el culo» no parece una actividad con motivo suficiente para tenerle fe a la especie más destructiva del planeta, pero aún así, déjame defender mi punto.

Me importa una mierda el debate de los músicos al rededor del género, yo no soy ni pretendo ser músico, así que esas peleas francamente no me interesan. Pero entonces, ¿qué se puede hablar de un género musical sino de la música que representa? Mi respuesta: el género como fenómeno social. El reggaetón es un género joven, tiene menos de 20 años, pero no olvidemos que lo que nace en el XXI, crece rápido.

Hace tan solo unos años el estigma alrededor del reggaetón era enorme, ¿cómo se podía esperar que reaccionara una sociedad católica y conservadora a un género musical cuyo tema principal es el sexo? Por aquellos años el reggaetón no pasaba de ser «música de nacos».

Yo no daba un peso por el futuro del reggaetón, nadie daba un peso por el futuro del reggaetón, pero entonces movimientos sociales incómodos golpearon nuestra sociedad y el mundo no tuvo más opción que voltear a ver su sexualidad. En este contexto el reggaetón entró en las playlists de los «fresas» y por primera vez en años, los «nacos» y los «fresas» se sabían las mismas canciones durante las pedas.

Pareciera entonces una contradicción que el reggaetón, un género que se popularizó a partir de movimientos sociales con la bandera de la libertad sexual sea conocido por denigrar a la mujer. He de confesar que en su momento caí en esta falsa contradicción. Hasta hace unos años nuestra sociedad no estaba acostumbrada a que la mujer pudiera ser sexy sin ser sexualizada, por eso que el reggaetón hiciera referencia a la actividad sexual de la mujer nos parecía denigrante, pero en el nuevo panorama sexual de la sociedad la visión con respecto a esto cambió.

Hoy la mujer puede perrear hasta el piso sintiéndose sexy sin ser observada con ojos misóginos. El reggaetón es una ventana a esa parte sensual que todos tenemos. El perreo, el baile de la libertad sexual.

Así que no, perrear no es solo barrer el piso con el culo, perrear es barrer con la misoginia y los tabúes de la sexualidad.

Me atrevería incluso a comparar el rock con el reggaetón en su sentido más revolucionario. Revoluciones diferentes, claro está, pero revoluciones al fin y al cabo. Los reggaetoneros modernos usan ropa poco común a su género y se pintan las uñas desafiando los estándares de masculinidad y sorprendéntemente, esta misma descripción encaja con algunos de los rockstars más legendarios de la historia. Tanto el rock como el reggaetón cada uno muy a su modo tienen entre su estilo una nota baja que susurra: «sé tú».

Cómo negar al reggaetón como un género revolucionario si en las manifestaciones de uno de los movimientos sociales más grandes a nivel global (el feminismo), las morras perrean cuando cantan «abajo el patriarcado, se va a caer, se va a caer».

Por eso cuando alguien se queja de que una canción de Bad Bunny esté en el top 10 de Spotify yo me río, por primera vez en la historia desde el apogeo del Rock and Roll la música más escuchada por los jóvenes es la música que escuchan los activistas sociales.

Una vez saliendo de una fiesta una amiga mía me dijo: «Hoy vi perrear hasta el piso a las mentes más brillantes de mi generación»; y les puedo jurar que no se equivocaba.

América Latina está hecha de historias de dictaduras, revoluciones, corrupción y pobreza, pero no solo somos «los jodidos», América Latina también está llena de vida, de fiestas, carnavales, y gente chingona, y entre toda esa mierda aquí estamos, dando a luz al reggaetón. Somos la basa de uno de los más grandes pilares de la revolución sexual y por eso, por eso el reggaetón me da fe en la humanidad.

El reggaetón es la maravillosa revolución sexual de los jodidos. Así que sigan barriendo el piso con el culo. Sigan perrando por el bien de la humanidad chingádamadre.

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